Capacidad de asombro
Hace unos años leía una pequeña publicación, que no llegaba a cincuenta páginas, titulada “El sentido del asombro”, de Rachel Carson. Una invitación para reavivar el “sentido del asombro”, la capacidad de asombro, que siempre hemos tenido desde pequeños.
Llega un momento en el que parece que el “asombro” desaparece, disminuye, enferma… pero es momento de redescubrir la alegría, la expectación y el misterio del mundo en que vivimos.
El Papa Francisco también nos ha dicho, en el libro “Papa Francisco. Política y sociedad”, que “cuando hay asombro es cuando se da testimonio”, porque “el cristianismo no es una ciencia. No es una ideología, no es una ONG: el cristianismo es un encuentro con una persona. Es la experiencia de la estupefacción, de la admiración de haber encontrado a Dios, a Jesucristo, a la palabra divina, eso es lo que me deja estupefacto”.
La capacidad de asombro lleva a centrarse en lo más esencial, en el Evangelio, como demuestra día a día millones y millones de católicos, que sin grandes titulares y con sus obras atestiguan el testimonio más claro, activo y constante que nace de Jesucristo.
Debemos hacernos niños, para vivir el asombro, para compartir con asombro, para transformar con asombro. Fijemos nuestra mirada en la fotografía que acompaña estas palabras: ¡qué poco necesitamos para vivir la sorpresa!, ¡qué poco necesitamos para poder compartir el asombro!
Con asombro actúan todos y cada uno de los misioneros. Con asombro deberíamos sumarnos todos y cada uno de los discípulos misioneros. Porque con esa capacidad de asombro descubriremos que Jesús nos está demandando que anunciemos el Evangelio ¡hasta los confines del mundo!
Es cierto que en ocasiones los “confines del mundo” son muy cercanos a nosotros: envidias, rencores, miedos, venganza, ¡cuántas cosas trastocan la fraternidad universal! Tanto que parece que estamos viviendo, como también ha dicho el Papa Francisco, una “tercera Guerra Mundial” en episodios y en capítulos, en uno y en otro lugar del mundo.
La capacidad de asombro nos debe ayudar a dar una respuesta diferente al momento que estamos viviendo. Ser verdaderamente cristianos. Testimoniar nuestra vida siendo Cristos ante el sufrimiento de nuestros hermanos, ante los silencios cómplices, ante la indiferencia.
La capacidad de asombro nos lleva a la sorpresa constante: el Evangelio que pide todo de ti, sin excusas, con renuncias, pero con alegría.
Capacidad de asombro nos transmite también el Papa Francisco. ¡Felicidades Papa Francisco! 5 años… y tenemos la sensación de que siempre ha estado ahí, que siempre nos acompaña, que siempre nos hace sorprendernos y cuestionarnos en nuestras actitudes como cristianos.
Hoy escribo sobre la “capacidad de asombro”, pidiéndote que te dejes sorprender y que compartas tu asombro por cada caricia que encuentres en el camino de ayuda al otro, afirmando la presencia del Otro.
Y como siempre, música para sorprendernos con notas que elevan tu asombro…
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