El riesgo de la uniformidad pastoral

Todavía creemos, en muchos ámbitos de la pastoral, la que no está insertada en la dinámica misionera, que tenemos la “patente”, la “originalidad” y la “exclusiva creatividad” de muchas de las iniciativas pastorales. Nos ponemos como “ejemplo” y “única expresión”, creando una uniformidad pastoral que supone un auténtico riesgo de la evangelización.

Importamos y exportamos iniciativas pastorales, asumiéndolas incluso con nombres anglicanos, sin tener en cuenta la identidad de cada pueblo, el genio de cada pueblo, la naturaleza y el recorrido creativo de cada pueblo. Evangelizar significa acompañar, evangelizar es andar a la vez, a la par. Evangelizar también es vivir y hacer realidad la inculturación, como nos señala el Papa Francisco, en muchas de sus intervenciones y en Evangelii Gaudium, y como testimonia el ejemplo evangelizar de todos y cada uno de los misioneros.

20180709 El riesgo de la uniformidad pastoral

Seguimos sin entender muchas de las realidades sociales y pastorales de todos y cada uno de los lugares del mundo. Seguimos, en algunos casos muy particulares, llevando una “imposición pastoral” como la novedad más absoluta, cuando realmente debemos asumir que cada pueblo debe mostrarnos el camino, porque Dios ya lo ha marcado, al primerearnos. No se trata de imponer sino de vivir, de testimoniar, de entregarnos.

El Papa Francisco en Evangelii Gaudium nos marca algunos desafíos de la inculturación de la fe que debemos tener en cuenta. Los números 68 al 70 puede ofrecernos pistas para evitar la uniformidad pastoral, que borre completamente los rasgos de la fe de cada pueblo.

Nos dice el Papa (numeral 68): “No conviene ignorar la tremenda importancia que tiene una cultura marcada por la fe, porque esa cultura evangelizada, más allá de sus límites, tiene muchos más recursos que una mera suma de creyentes frente a los embates del secularismo actual. Una cultura popular evangelizada contiene valores de fe y de solidaridad que pueden provocar el desarrollo de una sociedad más justa y creyente, y posee una sabiduría peculiar que hay que saber reconocer con una mirada agradecida”. Pero realmente ¿lo reconocemos?, ¿miramos al pueblo o solo llegamos con nuestros “prejuicios” pastorales considerando que lo nuestro es lo absoluto y lo exclusivo?

“Es innegable – señala también el Papa Francisco en el numeral 70 – que muchos se sienten desencantados y dejan de identificarse con la tradición católica, que son más los padres que no bautizan a sus hijos y no les enseñan a rezar, y que hay un cierto éxodo hacia otras comunidades de fe. Algunas causas de esta ruptura son: la falta de espacios de diálogo familiar, la influencia de los medios de comunicación, el subjetivismo relativista, el consumismo desenfrenado que alienta el mercado, la falta de acompañamiento pastoral a los más pobres, la ausencia de una acogida cordial en nuestras instituciones, y nuestra dificultad para recrear la adhesión mística de la fe en un escenario religioso plural”.

Debemos tener una mirada más amplia para evitar las “importaciones y las exportaciones pastorales” innecesarias. No podemos desembarcar en ningún lugar del mundo con las “ideas preestablecidas” sin tener, sentir, palpar el verdadero latido pastoral del pueblo. No podemos dejar de lado su caminar, su realidad, sus sueños, sus esperanzas y también sus frustraciones.

El riesgo de la uniformidad pastoral es dejar de lado a cada hombre y cada mujer, al pueblo en su conjunto y en su extensión, llegando a imponer un producto que posiblemente ha funcionado en una diócesis, en una parroquia, en un grupo o comunidad, pero que no se convierte en la “panacea” o el tótem que todo lo soluciona y da la rápida respuesta pastoral. Al contrario, podemos tomar esos ejemplos como lo que son “ejemplos o buenas prácticas”, adaptarlos e integrarlos en la realidad cultural en la que estamos. De otro modo parecerá que vivimos un “imperialismo pastoral”, paradójico para los tiempos que el Espíritu nos está haciendo vivir en la Iglesia.

La uniformidad no entra en los esquemas misioneros, no entra en la vida y en la dinámica de los miles de misioneros españoles, porque está encerrando el mensaje central del Evangelio, porque ofrece muchas limitaciones al mensaje de Jesucristo.

Una pastoral misionera abandona esa uniformidad, integrándose en la realidad de cada pueblo, haciendo camino al andar, como Iglesia que peregrina siempre desde la misión.

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