DEBILIDAD
¿Has tenido alguna vez la tentación de mandar todo a la mierda? ¿De decir basta ya? Lo reconozco. A veces he tenido esta tentación e intento resistirla.
”En tiempo de desolación no hacer mudanza” nos exhorta san Ignacio de Loyola en los Ejercicios Espirituales. Y tiene toda la razón.
Hay momentos en que te sientes impotente, incapaz, temeroso… saborear el fracaso escandalosamente puede llevarte a tomar las decisiones equivocadas. Hay una nebulosa que te impide ver las cosas con claridad.
Reconozco que en momentos así, soy frágil, irritable, inquieta… pero es una dimensión muy humana que también forma parte de la vida. Aunque no me guste.
Y es que no soy perfecta. La experiencia me lo va dejando bastante claro. Por eso creo que no es malo reconocerme de vez en cuando necesitada y débil, sin caer en pesimismos absurdos o conformarme con la mediocridad.
Y aceptar. Aceptar con humildad mis limitaciones. No exigirme más de lo que puedo dar. Sé que a veces no estoy a la altura de lo que me gustaría ofrecer. Y no pasa nada. La vida sigue su curso. Simplemente necesito consuelo. Silencio. Descanso. Un abrazo. Y, ante todo, no perder el rumbo. Levantar la vista y seguir caminando. Aún en la debilidad más absoluta puedes encontrar fortaleza.
“Señor, te suplico que apartes de mí
cuanto me arranca, separa
y aleja de Ti y a Ti de mí.
Aparta de mí lo que me hace mezquino,
lo que me hace seco,
lo que me hace rígido,
complicado, abatido,
lo que me hace indigno
de que me visites,
me corrijas, de que me ames
y me quieras bien.
Compadécete de mí, Señor,
compadécete siempre de mí
y aparta de mí todo aquello
que me impida verte, oírte,
gustarte, sentirte, tocarte,
tenerte presente y disfrutar contigo”.
Pedro Fabro sj
Discussion area - Dejar un comentario