Realidad que sacude
La realidad te sacude, te sorprende, te indigna, te transforma y también te enamora. Son muchas las situaciones que pueden encender una chispa en tu interior para que tomes conciencia del mundo en que vives ¿ataques terroristas? ¿Intolerancia, violencia, racismo, paro, desahucios…? ¿El descubrimiento de una vacuna, solidaridad en la pobreza, amor en medio de la guerra…? Por desgracia en los noticiarios todo esto es efímero y, lo que hoy es portada, mañana ya no lo será, porque habrá otro trending topic.
Indignarnos, sentir dolor o frustración por las injusticias del mundo, por aquellos que pierden la vida por cambiar las cosas… es normal porque somos humanos y sentimos en nuestras carnes la futilidad de la vida, pero sobre todo, han de darnos motivos para la esperanza- aunque suene contradictorio-, porque ponen al descubierto una gran verdad: Hay más gente que con su testimonio de vida son luz y esperanza para el mundo.
Desde los dibujantes de Charlie Hebdo, que a pesar de las constantes amenazas no bajaron nunca los brazos y siguieron adelante en lucha por la libertad de expresión; o los médicos que siguen luchando contra el ébola en los países africanos a pesar de la precariedad de los medios; o los maestros de las pequeñas escuelas de Afganistán que siguen enseñando a las niñas a leer y escribir a pesar de las balas… en cada rincón del mundo podemos encontrar historias tristes, pero también historias de gente valiente, gente que marca la diferencia y esa es una gran verdad que nunca hay que olvidar.
Pero nosotros en el día a día ¿hacemos algo ante las situaciones de injustica? ¿Lo vivimos como algo ajeno, lejano? ¿Nos indignamos en el momento, pero luego pasamos de largo? ¿Qué hacemos para mejorar la realidad?
Aunque no lo creamos en el día a día, las personas comunes y corrientes como tú y yo, también podemos marcar la diferencia con las pequeñas acciones: en nuestros trabajos ¿acogemos al raro, al indiferente o lo marginamos? ¿Respetamos al que piensa distinto?, en casa con nuestros hijos, con la familia, los amigos ¿somos tolerantes, coherentes, honestos, sabemos escuchar…? en las tertulias nuestras críticas ¿son constructivas o más bien destructivas? mientras compras la fruta, haces la cola en el supermercado, o vas conduciendo tu coche ¿eres amable, frío, distante, grosero…?
Son tantas las situaciones que pueden marcar la diferencia y aunque cada día habrá un nuevo acontecimiento sobrecogedor que nos tocará, más cerca o más lejos, no hay que olvidar que nosotros también podemos contribuir para mejorar el mundo.
A veces una sonrisa, un abrazo, una mirada franca, un gesto amable… también marca la diferencia y puede ser un buen comienzo para transformar la realidad.
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