Dunkerque
En el momento de su estreno parecía la favorita para los Oscar de este año, pero luego ha ido bajando posiciones en las quinielas. No obstante con Dunkerque, de Christopher Nolan, el cine bélico tiene un nuevo título para incorporar a la lista de las mejores películas de su género.
Cine de autor
Que Christopher Nolan es uno de los realizadores más importantes del cine actual pocos lo discuten. Que en su filmografía no hay ningún título mediocre o que carezca de interés es un hecho. Que su éxito de crítica y taquilla le ha permitido poder rodar lo que quiera y como le dé la gana lo convierte en un autor, distinto al estereotipo que dibujó la “Nouvelle Vague”, pero autor al fin y al cabo.
En su concepción del cine la forma prima sobre el fondo y sus películas destacan por incorporar siempre alguna virguería narrativa que imprime a su obra una marca personal. Es capaz de invertir la cronología del relato (Memento, 2001), de superponer narraciones como si nada (Origen 2010), de filmar paradojas espacio-temporales (Interstellar, 2014) o de refundar el cine de superhéroes con su trilogía sobre Batman. Lejos de acomodarse, parece como si con cada nuevo título quisiese dar un paso más en su afán por explorar las posibilidades del lenguaje cinematográfico. Este afán de rizar el rizo le ha generado algunos detractores; pero cabe esperar que, si Nolan sigue por este camino, el tiempo haga justicia y se le reconozca como el influyente autor en el que ya se ha convertido.
Cine bélico
El cine bélico no es muy prolífico. Complicaciones técnicas y presupuestarias a un lado, es fácil que el espectador tenga la impresión de volver a ver la misma historia de siempre. Algo así ocurre también con el tema del holocausto o en el cine español con la Guerra Civil. Hacer una película sobre el rescate de los más de trescientos mil hombres de las tropas aliadas asediados por las fuerzas alemanas y atrapados en una playa del norte de Francia hacía pensar, salvando las distancias, en Salvar al soldado Ryan (Steven Spielberg, 1998): palabras mayores y un punto y a parte en el género. La decisión más inteligente de Nolan fue no tratar de competir con aquella 
otra película y evitar sumergir de nuevo al espectador en el horror de la guerra. En lugar de eso su apuesta consiste en hacerle vivir la angustia de esos hombres que luchan por escapar de un enemigo que les pisa los talones.
Más que acción (que también), en Dunkerque hay suspense (aunque basta con saber historia o buscar en Internet la crónica de este rescate para saber cómo acaba). Para sostener esta tensión durante todo metraje el director entrelaza tres perspectivas diferentes del acontecimiento: tierra (los soldados asediados en la playa), mar (las embarcaciones civiles y militares que acuden al rescate) y aire (los aviones que tratan de evitar la masacre). Cada punto de vista tiene una cronología distinta: una semana (tierra), un día (mar) y una hora (aire). Este juego de perspectivas puede resultar un poco confuso al principio, pero finalmente logra el objetivo de mantener al espectador pendiente de un rescate a contrarreloj. La angustia que genera es la forma que tiene la película de retratar el horror que otros títulos del género plasmaron a base de gritos, sangre y amputaciones.
Algunos han criticado la falta de emoción y humanidad, pero en realidad lo que echan en falta es una escena lacrimógena que suponga un respiro para el espectador. Lo cierto es que los personajes que aparecen en cada una de las tres situaciones planteadas conforman una especie de mosaico del espíritu humano en el que podemos reconocer supervivencia, heroicidad, valor, miedo, frustración, solidaridad o perdón. Por tanto, hay humanidad en la película; lo que no hay es sensiblería.
Una peli de Oscars
Normalmente debería rascar algo en categorías más técnicas como las de sonido o el montaje. Mención especial merece la banda sonora, que juega un papel fundamental a la hora de crear el ambiente tenso y claustrofóbico que impregna la película. Su autor, Hans Zimmer, ha sido muy criticado por la particular forma que tiene de componer e incluso hay vídeos en Youtube sobre ello. No obstante, hay que reconocer que este trabajo resulta más original que otros anteriores y se fusiona perfectamente con las imágenes.
Su estreno a nivel mundial fue hace más de seis meses, demasiado pronto para llegar a la cabeza de la carrera por el Oscar. Son muchos meses para que se le encuentren defectos y la gente se canse de hablar de ella como la favorita. Por suerte este año la competición parece más abierta que de costumbre y eso le otorga todavía algunas posibilidades, ya que, pese a todo, goza de un importante grupo de admiradores fieles que seguro que la votarán. Probablemente el Óscar a la mejor película y el de mejor director vayan a parar a otras manos (lo que es incomprensible en el caso de la dirección); pero mientras algunos reciben premios, Nolan puede presumir de escribir páginas de la historia del cine. Y lo escrito, escrito está.
@cinepacografico
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