Butaca 21

Tres mujeres abriéndose camino en un mundo de hombres. Una reina que necesita un apoyo constante, la fiel amiga que la sostiene por interés y una doncella recién llegada con ambición de escalar socialmente. La favorita, de Yorgos Lanthimos, es una película provocadora en el fondo y en la forma y, claramente, uno de los títulos del año.   

Me resulta imposible hablar de La favorita sin referirme en primer lugar a Stanley Kubrick. El difunto director fue probablemente uno de los realizadores más raros de la segunda mitad del siglo XX. A medida que fue depurando su estilo y asentándose en la cima de Hollywood, su ritmo de producción, lejos de aumentar, disminuyó considerablemente. Su legado está compuesto por una filmografía de lo más variada, pero que comparte un mismo ADN y tras la que se esconde una misma visión pesimista del mundo y del ser humano.

Tras su muerte, algunos cineastas han querido homenajearle reproduciendo algunos de los planteamientos formales marca de la casa como el uso de la perspectiva, los primeros planos, la esmerada fotografía o la aparente frialdad y pulcritud con la que rodaba las escenas, como si se tratase de un forense diseccionando un cadáver. Incluso Steven Spielberg se sumó a este homenaje (Inteligencia Artifical, 2001), aunque su genoma es bien diferente al de Kubrick. Pero aunque una buena imitación tiene su mérito, nunca es el original y resulta un tanto impostada.

Yorgos Lanthimos se dio a conocer al gran público hace diez años con su película Canino (2009), que le proporcionó su primera nominación al Oscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa. Rápidamente la crítica le atribuyó como modelos a Kubrick y a Michale Haneke (otro excelente cineasta-forense). Sus siguientes películas, las últimas ya rodadas en inglés y con los medios que no habría encontrado en su Grecia natal, confirmaron esta inspiración. Sin embargo, tras ver La favorita, no me limitaría a plantear esta semejanza en esos términos. Él no es un imitador, sino un híbrido. El estilo de Lanthimos no es nada impostado, aunque a algunos les pueda resultar artificioso. Si su cine evoca el de otros directores es porque comparte un mismo código genético, ya que esa es su manera de ver y rodar la vida; pero al mismo tiempo hace gala de un estilo propio. Por eso los aficionados al cine de Kubrick agradecemos el de Lanthimos.

En La favorita se nos cuenta la historia de tres mujeres magistralmente interpretadas por tres actrices maravillosas. Cada una esconde sus propias motivaciones al inicio, pero a medida que entran en una espiral de decadencia lo que se dirime es una cuestión casi de vida o muerte. Abigail, una dama venida a menos, solo busca techo y comida. Sarah no quiere ser una simple mujer florero y descubre al abrigo de la Reina las mieles del poder. La Reina mendiga afecto, y en un entorno donde nadie aprecia ni se detiene a mirar a la persona que hay bajo la corona, sus mascotas son el bálsamo más eficaz. Al constituirse este triángulo se establece una lucha descarnada entre las dos candidatas a ser la favorita de Su Majestad. Así, lo que comienza siendo un lanzamiento sutil de pullas, se transforma en un divertido y al mismo tiempo esperpéntico retrato de la corrupción y la decadencia moral.
Aunque la película está ambientada a principios del siglo XVIII su desarrollo permite lecturas actuales. Son evidentes las referencias a la ambición de muchos políticos y la corrupción del poder, pero también se puede leer desde una crítica al populismo. Del mismo modo que las favoritas buscan complacer a la reina, los políticos actúan para agradar a un pueblo; y de la misma forma que la reina se muestra ignorante y caprichosa, los votantes a menudo pueden actuar sin suficiente criterio y buscando su satisfacción más inmediata.

En conclusión, La favorita es una excelente película, compleja y divertida. Teniendo en cuenta la calidad media de las nominadas al Oscar, sería de justicia que recibiese varias menciones y –¿por qué no?- el máximo galardón. Probablemente esto no ocurra, pero, sin duda, es mi preferida. Y a su director no hay que perderle de vista. Si Kubrick estuviese vivo, Lanthimos sería su favorito.

@cinepacografico

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