The awful truth
La horrible verdad. Así se llamaba una película de Cary Grant rodada en los años treinta del siglo pasado. Y eso pienso yo algunas veces cuando contemplo el panorama presente en la política y en la sociedad.
Confieso que me sobrecoge el pesimismo de figuras señeras de nuestra historia reciente. No ahorran preocupación para referirse a la situación actual de nuestro país, a la clase política, a la que acusan de desmembrar el Estado y la sociedad, a la gestión de la crisis económica, al abandono de la Constitución y al desprecio por la Educación.
He escuchado decir al escritor Antonio Muñoz Molina que somos una sociedad eternamente adolescente. Le he escuchado exigir un escenario donde cada uno pueda hacer lo que tiene que hacer: “los profesores enseñar y los padres educar”. Ha pedido también “un poco de silencio que nos permita a todos ponernos a trabajar”. Y ha preguntado a los políticos por qué se empeñan en buscar soluciones fáciles a problemas complejos.
Reconozco que estoy muy preocupada. Si cabezas tan bien amuebladas, que viven en primera línea de la información, ven las cosas de esta manera, es que seguramente están así, y esa es la horrible verdad.
Para que no cunda el desánimo me voy a aferrar a una cita clásica: “contra el pesimismo de la razón, el optimismo de la voluntad”. Nosotros, los ciudadanos corrientes, somos parte imprescindible de la solución. Vamos a seguir trabajando sin desánimo, desde la ética y el compromiso personal, porque este barco que parece a punto de hundirse es nuestro barco.
Muy buena esta página se la recomiendo por su buen contenido
Hola Carmen,
He descubierto hace poco tu blog y me gusta mucho. Además he visto que eres escritora y que has publicado varios libros.
Te felicito.
Un saludo cordial,
Oracio.