Entrevistando a Dios
Esta noche he soñado con Dios. Y le he encontrado tan cercano, que me he atrevido a hacerle una pequeña entrevista. Él se ha prestado agradecido porque alguien se atreviese a hablarle con sencillez, sin miedo, con confianza… y con cierto atrevimiento. Así es Dios.
– Señor, ¿me pregunto si amas igual a los negros que a los blancos?
– No; amo más a los negros.
– ¿Y amas igual a los europeos que a los africanos?
– Tampoco; amo más a los de África.
– Todo eso, Señor, me desconcierta. Yo creía que tú amabas a todos por igual.
– Pues te equivocas. Muchos piensan que soy imparcial. No lo soy. Amo más a los que más lo necesitan, o a los menos amados por vosotros. Unos buenos padres ¿dan lo mismo de comer a los hijos sanos y fuertes, que a los enfermos y débiles?
– ¡Tienes cada cosa, Señor!… Pero déjame que te haga otras preguntas. ¿Es verdad que existe el infierno? En esto hay muchas opiniones.
– ¿Por qué os preocupa si hay o no infierno?. Lo que tenéis que hacer es amar mucho, y entonces la pregunta sobra.
– Algunos piensan que cundo ocurre algo malo es porque tú lo castigas (¡castigo de Dios!) ¿Sabes castigar, y lo haces?
– No entiendo la pregunta. ¿Qué significa castigar? No lo encuentro en mi diccionario.
– Esta pregunta sé que no me la vas a contestar, pero te la voy a hacer: ¿Cuándo será el fin del mundo?
– Pues sí que te la voy a contestar, porque pareces tener mucho interés. Es muy sencillo: para ti el fin del mundo será cuando mueras. ¿qué te importa lo demás?
– Esta pregunta te la hago en nombre de muchos que se la hacen y no encuentran respuesta: ¿dónde estabas cuando ocurrió el terremoto de Haití?
– Estaba en cada uno de los damnificados; y estaba, después, en la solidaridad de la gente y de los pueblos. Si fuera revanchista os preguntaría: ¿dónde estáis vosotros cuando me clavan en la cruz? Porque sigo siendo crucificado en los que mueren de hambre en los países del tercer mundo, en los perseguidos por ser justos, en los maltratados, en los privados del derecho a nacer… ¿dónde estáis vosotros?
– Me gustaría hacerte muchas más preguntas, porque eres un gran misterio para mí, y hay muchas cosas que no entiendo. Permíteme ya sólo una más: ¿me quieres?
– Sí, te quiero. Esta pregunta era muy fácil de responder.
Cuando me desperté, me sorprendí a mí mismo. Estaba sonriendo, y sentía una gran paz en el corazón.
Félix González ss.cc.
Nota: Prometo seguir entrevistando a Dios, en sueños o despierto, porque hay muchas cosas que no comprendo; pero siempre respetando lo que Él quiera seguir dejando en el misterio.
https://journal.unsima.ac.id/pafi/