Corazones en red

   Acabo de enterarme por radio y prensa, de algo que para mí constituye una verdadera noticia. Dicen que noticia es algo cuando te llama la atención, te sorprende o te golpea; es decir que no te es indiferente. Esta es la noticia: “Actualmente lo que más muertes produce, detrás de las enfermedades cardio-vasculares, es el suicidio. Más que los accidente de carretera”.

   Repito que me ha impresionado el dato. Quitarse la vida uno mismo, voluntariamente, es algo tan trágico, que la familia del suicidado trata de ocultarlo en la medida que puede. Cuando me entero de alguien que se ha quitado la vida, me suele entrar una especie de escalofrío que recorre mi cuerpo, al mismo tiempo que me embarga una gran compasión, juntamente con la pregunta: ¿por qué?

No cabe duda de que en ello han de influir muchas razones (más bien sin-razones) personales (falta de estima, miedo incontrolable, etc), más o menos conscientes. Habrá casos de desequilibrio mental pasajero o permanente. Y otras muchas causas que se podrían  dar, y que nunca sabremos, porque se  van con ellos  a la tumba.

Pero también tiene que influir, y no poco, la situación social, de inseguridad, de miedo al futuro, de desconfianza del presente, de la impotencia ante ciertas carencias, de perdida de valores, de soledad. ¿Y el paro continuo y sin esperanza?

Y no creo que haya que tratar ni de cobardes ni de valientes a los que se suicidan. Nadie en su normalidad actuaría así, privándose a sí mismo, voluntariamente, de un bien tan preciado como es la vida. Se trata, aunque no siempre, de víctimas de un  sistema deshumanizante y desestabilizador de la sociedad actual, que teme a la muerte, pero no valora suficientemente la vida. Y acaso todos tengamos una parte de culpa en ese deterioro, y haya llegado el momento de entonar el ”mea culpa”. ¡Pobre sociedad, que empuja  a sus hijos a renunciar a formar parte de ella! Una sociedad que hace imposible la convivencia pacífica; una sociedad que en vez de proporcionar felicidad a sus ciudadanos, los avoca a la desesperación y a la muerte.

                                                                                                                    Félix G.

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