¿Necesidad o esclavitud?

Vivimos en una época privilegiada. No seréactual yo quien anatematice el tiempo que me ha tocado vivir. Tiempos de grandes avances tecnológicos; de grandes descubrimientos; de espectaculares avances en la cirugía, y algo menos en la medicina; tiempos de increíbles ingenios electrónicos; tiempos de la revolución informática y de las comunicaciones; tiempos casi mágicos de los paseos y descubrimientos espaciales, etc.

Estamos en la era del móvil, del ordenador, del cine en tres dimensiones, de los medios de transporte ligeros… y en los tiempos del reloj para todos. Digo esto último, porque en mi tiempo de niño y de  joven eran muy contados los que usaban reloj a esa edad. Hoy lo tienen todos. Y cito el reloj, porque es, tal vez, de lo que la mayoría no podríamos prescindir; como ocurre, para una gran mayoría, el uso de internet. Son realidades materiales que se han hecho necesarias, imprescindibles. Yo puedo decir que he estado más de un mes sin correo electrónico por culpa de telefónica, y me ha causando un verdadero trastorno. Y lo mismo podría decir si me faltase el reloj. Hago mención de todas estas  cosas, que siendo bastante marginales, sin embargo se han logrado un lugar en cada persona, de tal modo que si faltan, anda uno al retortero. La necesidad se ha convertido en esclavitud. ¡Y son tantas las cosas que nos esclavizan!

  La civilización y el progreso, tan magníficos y gratificantes, se pueden volver en tiranos que nos esclavizan. Porque la sociedad lo exige. Porque en un tiempo de prisas, hay que llegar a tiempo; porque en un mundo globalizado, hay que poder comunicarse de inmediato; porque en la sociedad del progreso, nadie puede arrogarse el derecho de estar fuera de las normas impuestas y de los  condicionamientos que lleva consigo.

 Cuando uno ve, a través de la TV, algunos de los Documentales sobre tribus primitivas, que viven aislados y fuera de cualquier civilización de este siglo, casi nace el deseo y la envidia de vivir a su manera, sin grandes exigencias, sin grandes necesidades, sin echar en falta lo que no conocen. Pero la educación recibida desde que nacemos, que nos hace desear tantas cosas, nos apaga ese deseo  de simplicidad. Y no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita. ¡Y necesitamos tantas cosas!

  Somos fruto e hijos de una civilización de esclavos. Para darse  cuenta de ello, bastaría con hacer un sencillo ejercicio práctico: Veamos todo lo que tenemos, sea personal, sea comunitario, sea de servicios públicos, ¿de cuáles de ellos seriamos capaces de prescincdir? Yo creo que de nada; prueba de ello es que no nos desprendemos o nos privamos de nada. ¡Todo es necesario, porque nos hemos hecho dependientes! Hemos perdido una buena parte de la verdadera libertad, a favor de las necesidades e intereses creados.

¡Ojalá disfrutásemos de las cosas, pero sin que su ausencia temporal o definitiva, nos hiciesen sufrir! Algún día, espero poder empezar a prescindir de lo superfluo, y entonces seré un hombre civilizado, pero no esclavo.

                                                                                                              Félix González

2 Responses to “¿Necesidad o esclavitud?”

  1. Te ha hecho pensar lo suyo el parón del correo electrónico…
    Los elementos que giran a nuestro alrededor haciéndonos la vida tan grata podrían ponerse a prueba desde el siguiente punto de vista:
    Si lo que es importante en nuestra vida, estas cosillas lo facilitan, ¡adelante!; si lo sustituyen, ¡adiós!
    Sin rodeos; si pensamos que Dios tiene que ser el centro de nuestras vidas podríamos pensar cuánto nos acercan o nos alejan los artefactos de: el interés por Él, comportarnos como personas amorosas y humildes, compaginarlos con la austeridad, emplear bien el tiempo, ser mejores que ayer, cerrarnos en banda al fondillo mezquino que saca el hocico.
    ¡La prueba del 9!

  2. Los adelantos en cualquiera de las ramas del saber, deben, sin duda, acercarnos a Dios, que es el autor de la inteligencia del hombre y el que le da sus capacidades para que las ponga a trabajar (parábola de los talentos). Una buena “prueba del 9”, como dices, Susana, es ver si te acercan a los hombres o te distancian.En este último caso, seguramente también te separan de Dios. (“si tu ojo te hace pecar, arráncatelo y tíralo;si tu mano te hace pecar, córtatela y arrojala”) Mt. 5.

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