Vaivenes de los países cristianos
Hablando de cómo la fe cristiana se está debilitando en algunos países, hasta el punto de llegar a extinguirse, afirma el Papa Benedicto XVI, que “de hecho, algunas de las prim
eras comunidades cristianas que eran inicialmente florecientes, posteriormente han desaparecido y actualmente sólo se las recuerda en los libros de historia”. Y se pregunta “si no podrá ocurrir lo mismo en nuestra época”.
Y la respuesta a esa pregunta, es que, no sólo puede ocurrir, sino que ya está ocurriendo.
Si en otro tiempo fue el norte de África, de donde desapareció el cristianismo, habiendo sido una de las regiones más sólidamente cristianas, hoy puede ser una buena parte de Europa, la gran evangelizadora durante siglos, la que está a punto de descristianizarse. No hace tanto tiempo que el entonces Papa, Juan Pablo II afirmase que Europa era ya “país de misión”. Necesitada, por tanto, de ser nuevamente evangelizada.
Y la causa de estos vaivenes la ve, el mismo Benedicto XVI, en “la influencia destructiva de una cierta cultura moderna; y , en no pocas ocasiones, en la frialdad y rebelión de cristianos incoherentes”.
Jesús predice en el Evangelio, hablando de la futura iglesia, que el poder del infierno no la derrotará. Y la afirmación se fundamenta en la asistencia constante del Espíritu Santo y la presencia del mismo Cristo “hasta el final de los tiempo”. Pero todo eso, contando con la voluntad del hombre que acoja voluntariamente el mensaje evangélico. Por eso San Agustín, dejó dicho:”El que te creó sin ti, no te salvará sin ti”.
Esa “incoherencia” de los cristianos, de que habla el Papa, avanza en muchos lugares, en otro tiempo cristianos, hacia un ateísmo práctico. Ni siquiera se preguntan ya sobre la existencia de Dios, sobre la razón de ser de la Iglesia. Su postura es vivir al margen de esas cuestiones. La excesiva y mal entendida autonomía del hombre le lleva a prescindir de lo que no sea “él mismo y sus circunstancias”.
No corren ciertamente vientos favorables, ni para la Iglesia ni siquiera para el Evangelio. Enjaulamos al Espíritu Santo; hacemos callar a Dios, o le dejamos que hable en medio del ruido ensordecedor de otros intereses ajenos, si no contrarios, al espíritu, e incluso a la letra, del cristianismo.
Ante esta perspectiva de futuro, que es ya realidad de presente en no pocos lugares, no cabe ni el desánimo ni la desesperanza. Además de las palabras de Jesús ya citadas, tenemos, también, la conclusión de la Palabra de Dios, en el libro del Apocalipsis, donde pone de manifiesto que al final será el triunfo del bien, el triunfo de Dios.
Félix González
“Esa “incoherencia” de los cristianos, de que habla el Papa, avanza en muchos lugares, en otro tiempo cristianos, hacia un ateísmo práctico.”
Esta frase sintetiza el planteamiento de tu artículo.
Voy a comentarla por partes:
– Incoherencia. Casi parece un eufemismo, porque somos ignorantes del Evangelio y, al tiempo, capaces de memorizar su texto. Muchas veces no hacemos el mal a sabiendas, no; lo que ocurre, es que no tenemos la capacidad de reconocer el mal en cuanto se nos disfraza de conveniencia, de mal entendida justicia, de pago a nosotros mismos, de orgullo, de creernos buenos, y en casos muy graves mejores, de amor, de virtud, de bienpensante, de autocomplacencia, da dar lo merecido, de merecer lo que tenemos…La denominación de ‘El príncipe de este mundo’ al mal que alienta, tantas veces, la estética y la moral de los que socialmente son correctos, es un acierto lingüístico. Por tanto, nuestra incoherencia está servida si no detectamos a tiempo que somos los tontos útiles del diablo.
– Yo no pienso que esta sociedad sea peor que las anteriores. La libertad es la novedad, que en otros momentos, ha estado gravemente ausente. España (Francia, por ejemplo, no) ha sido cristiana como consecuencia de la confusión entre Estado y Religión. ¡Se ha pasado lista en los pueblos a los que asistían a Misa! ¡Y podrían mencionarse todos los atropellos en nombre de Dios! Aquí, aún sin mencionarlos expresamente, podemos ver el triunfo del mal que ha ido desactivándose en aras de una justicia social, un estado de bienestar y un cuerpo social que evoluciona éticamente más rápido que los individuos.
– ¿Ateísmo práctico? ¿No es también ateísmo de Jesucristo no vivir como hermanos, o por lo menos no sentirlos como tales? ¿Quién nos anestesia como para creer que somos verdaderos seguidores de Cristo?
Así, como dices, el triunfo del bien, el triunfo de Dios, es nuestra esperanza. Mientras, cada día, podemos ganarle batallitas al diablo y, para eso, habrá que saber primero por dónde anda: está incrustado en todos nuestros argumentos.
Esta vez, Susana, me has ganado en todos los campos.Y me congratulo. Me has ganado en profundidad, en cantidad y en calidad reflexiva. Te has despachado bien, y yo me alegro. Me ayuda a mí a volver a reflexionar sobre el tema, y me enriquece. Gracias.
Compartimos la pena por la descristianización de los pueblos y las gentes. El “nacionalcatolicismo” no nos trajo grandes ventajas. Más bien lo contrario.Es lo que tú llamas:”confusión entre Iglesia y Estado”.
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