Un género musical llamado “Zarzuela”
Partiendo del hecho incontrovertible de que “de gustos no hay nada escrito”, quiero romper, quijotescamente, una lanza a favor de nuestra españolísima “zarzuela”.
No voy a entrar en disquisiciones sobre si la Ópera es superior o no, musicalmente hablando, a la zarzuela. Cada cosa en su lugar, y un lugar para cada cosa. Confieso, a riesgo de ser tachado, por algunos, como anticuado, que a mí me gusta la zarzuela, y no desprecio la ópera.
Como diría nuestro gran Zorrilla, en su Don Juan Tenorio:”cada oveja con su pareja; Don Luis se lleva la joven, pues yo me llevo la vieja”. Y yo me quedo con la zarzuela.
He tenido este verano, durante las vacaciones, la oportunidad de ver representada “La del manojo de rosas”, de Pedro Sorozábal, en un lugar paradisiaco y un bello entorno, como son los Jardines de Sabatini, en la ciudad madrileña, con el Palacio Real al fondo, y en plena naturaleza jardinera.
La acción de la obra transcurre en el año 1934, ambientada en plena República; y es una bella y castiza historia de amor. He gozado y he visto gozar (los repetidos aplausos lo confirmaban). Eso me basta para apreciar este género musical, cada vez más olvidado, si no denostado.
Creo que una buena parte de culpa de su poca estima y actualidad, la tiene la administración, por su falta de apoyo, por su falta de promoción, tanto en España como en el exterior. En otros tiempos no fue así.
El estilo desenfadado, popular y castizo hace de estas obras una agradable amalgama de música sencilla y pegadiza.
Tanto los diálogos, a veces ingeniosos, a veces sugerentes, con su gracejo picante y doble intención, lo hace inteligible, e invita a tararear su melodía, casi de forma espontánea.. Yo lo compararía con esos cuadros “naif” que, ausentes de academicismos complicados, todos entienden, aunque no sean expertos en las distintas escuelas pictóricas, y en los grandes maestros del color y las formas. Me atrevería a decir que la zarzuela es la forma naif de la ópera, más engolada y seria, y no apta para ciertos melómanos de andar por casa.
Existe una gran variedad, también, dentro del género, aunque todas las obras compartan y siguen unas normas no escritas, pero que ponen de manifiesto la intuición y gusto musical.
Ninguno de los grandes del género lírico han desdeñado, desde su condición de tenor, tiple, barítono, soprano, etc.. hacer algunas incursiones en la zarzuela. Eso honra a los intérpretes y, al mismo tiempo, prestigia a la zarzuela.
Debo confesar a mis lectores que no soy ningún experto para tratar de profundizar este tema. Estas líneas, escritas a vuela-pluma, son fruto de la emoción estética, nacida de la contemplación de un espectáculo tan bello como el que he podido disfrutar, al ver representada la bella zarzuela de “La del manojo de rosas”.
Félix González
¿Ya de vuelta? Pero, todavía saboreando por lo que ‘leo’.
En música, como en otras artes, es importante llegar a la emoción, a la carne da gallina. Esta emoción estética remueve el ‘bien’ que vive dentro y ése es lo que vibra y hace llorar; un aria, una mariposa o la luna sólo son el detonante de la belleza de dentro.
http://teatrodelazarzuela.mcu.es/Temporada/Actividades.asp esto funciona seguro con subvenciones del Ministerio de Cultura.
Pues sí, volví de vacaciones el día uno.Ahora estoy sólo enla parroquia, pues los compañeros han tomado su turno. ¿Y tú? ¿Ya las estás disfrutando?
No soy un experto en música, aunque me gusta. Seguro que tú tienes mayor cultura en ese campo.
Vuelvo a retomar mis posts.Saludos.
Ayer noche, en la Plaza Mayor de Madrid, Daniel Borenboim dirigió las Sinfonías 6 y 7 de Beethoven.
Era el ‘celebrante’ de la comunión en la emoción de los 6.000 convocados, que escuchábamos en silencio, muy atentos, a los similares sentimientos que de cada corazón iba la música rescatando.
¿Es posible la unidad?
Borenboim la hacía posible con judíos y árabes como integrantes de su profética orquesta, nosotros nos dejábamos mecer juntos con armonía y sentido por donde nos conducía la música.
Susana: Madrid, como todas las grandes urbes, tiene sus inconvenientes (grandes distancias, contaminación, ruido, etc), pero igualmente tiene grandes ventajas. Vale la pena aprovechar las convocatorias culturales que se ofrecen en profusión. No diré “de madrid al cielo”, pero sí que a veces encuentras cachitos de cielo, anticipos felices, dentro de la gran gama que ofrece para solaz del espíritu. Me alegro que disfrutases con la música de Boremboi.
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