La Iglesia y el cangrejo
Una vez más hay qu
e traer a colación las “Primeras Comuniones” de los niños; y concretamente, con el tema de la edad más conveniente para celebrarlas. No se trata de querer rizar el rizo, ni de obsesionarse por una cuestión tantas veces reflexionada, con tanta diversidad de opiniones. Aunque la mayor diferencia se da entre los que son pastores y los obispos. Los primeros con una larga, y a veces dolorosa experiencia; y los segundos con una gran carga de teoría y de despacho.
La vida, y con más razón la vida sacramental, no se cuece bien en los despachos, porque falta lo esencial: la experiencia y el conocimiento de las circunstancias prácticas, tanto de los niños, como de sus respectivas familias.
Todo esto viene a cuento por un artículo escrito por el Cardenal Antonio Cañizares, editado en el periódico vaticano: “L´Osservatore Romano”, hace unos días. El artículo lleva por título:”Jesús y los niños”. Y, aunque no es un documento oficial del Magisterio de la Iglesia, expresa una preocupación del cardenal, que es el máximo responsable de la Curia Romana en cuestiones de culto, liturgia en general y sacramentos. Y crea confusión.
Después de tantos años de lucha por ir retrasando la edad, con objeto de que el sacramento se celebre con mayor responsabilidad, conocimiento y formación, algunos siguen queriendo volver a la práctica recomendada por Pío X, que aconsejaba la edad de los seis años para celebrar la Primera Eucaristía. Incluso hubo un tiempo en la historia de la Iglesia en que se daba la comunión junto con el Bautismo. Casi hasta el siglo XIII. No sé qué razones se esgrimían entonces, aunque me las figuro. Pero cada tiempo exige nuevas adaptaciones, fundadas en el sentido común, en el conocimiento de la psicología infantil, y la situación de las familias. Y todo eso ha cambiado notablemente.
En contra de lo que Cañizares dice, la verdad es que los niños son bastante más inmaduros actualmente que en el pasado. No hay que confundir el tener muchos conocimientos con tener madurez humana. Y es lo que les pasa a los niños de hoy. Los nuevos métodos educativos, la TV, y todos los aparatos informáticos que manejan, les dan unos conocimientos, que incluso muchos mayores no tenemos. Pero todo eso va en abierta oposición con la madurez. Cualquier psicólogo lo podría confirmar. Y sobre todo, la experiencia pastoral de muchos sacerdotes y catequistas que se enfrentan cada día con esta realidad.
El citado cardenal coloca la edad de la Primera Comunión, antes de los siete años. ¿Cuánto antes, señor cardenal? ¿A los seis, a los cinco…? Suelen decir (y él lo dice) que a esa edad es cuando se obtiene ya el “uso de razón”, o de la discreción. ¿Qué entiende por uso de razón?
Convencidos la mayoría de los que trabajan en la pastoral de infancia, de la necesidad de retrasar la edad, nos encontramos con la dificultad por parte de los teóricos de la Iglesia, y, sobre todo, con la oposición de los padres, para la mayoría de los cuales, no pasa de ser un acto social, del cual desean salir cuanto antes, y que generalmente no tiene continuidad. Es una doble lucha, que no parece tener solución por el momento. La postura del “prelado” Cañizares es un paso atrás, como los cangrejos, cuya imagen es precisamente lo que da pie al título de este breve articulito.
Félix González
Yo creo que el Cardenal Cañizares no tiene otra intención que volver para atrás.
Y para atrás sólo se puede volver con las formas, en Alemania, me han comentado, que no es una excepción la liturgia con el sacerdote vuelto de espaldas. La comunión en la boca, aquí sin ir más lejos, se ha extendido como una moda, ya muy pocos alzan las manos en el Padrenuestro y la vuelta a lo anterior es reconocido como una seña de identidad en muchos cristianos. Cuelgan trasnochados jesusitos en el balcón por Navidad y lazos blancos en los pasos, celebran misas multitudinarias para defender una familia que la sociedad no ataca y al pueblo de Dios más maleable lo utilizan como improvisado termómetro del alcance de su poder.
Y es, precisamente, el reconocimiento de su poder, la constatación de que aún les queda algo, el pecado de soberbia que contemplamos. El pueblo de Dios, igual que el resto de los pueblos, le gusta ser conducido con poder, con mano firme, en ocasiones con cadenas, con normas y sanciones. Es elemental que guste, el Reino no es de este mundo, pero gran cantidad de cristianos, sí lo son. Vengan los ropajes, los baños de masas, el pensamiento dirigido y la obediencia; la fraternidad huele a socialismo; el diálogo y la apertura ya trajeron democracia, partidos y pérdida de privilegios. Además, esgrimen los de la vuelta atrás, que las Iglesias han ido despoblándose y los jóvenes han dejado de ser cristianos mayoritariamente, como consecuencia del Concilio (con su claridad) y posteriormente de la Iglesia Latinoamérica (que vino a poner a los terratenientes en solfa).
Así, donde se ve involución, veo las ganas de desplegar poder. Posiblemente, para la Iglesia, sean términos intercambiables.
Susana: me alegra ver tus ideas tan claras. Y tan valientes.El inconformismo, cuando es razonable, como en el caso, es algo necesario. Jesús fue el gran inconformista, luchó contra lo que no estaba en razón, según Dios. A veces puede acechar el cansancio o el conformismo, pero es una gran tentación, como fueron las del desierto para Jesús. Veo que las vacaciones te están sentando bien y te dan más energía. Gracias, Susana, una vez más.
En mi diócesis se habla de adelantar 4 años la edad de la Confirmación, de modo que ya no serían adolescentes, sino niños o púberes quienes reciban este sacramento. A veces pienso que puede tener que ver con el déficit de catequistas y con las ganas de deshacerse cuanto antes de los chavales, que, “al fin y al cabo, no volverán a pisar una iglesia”.
Ruth: ¡qué pena si la razón que te sospechas es la cierta! Sería una falta de responsabilidad, y tratar los sacramentos como una mercancia barata que hay que quitarse de encima cuanto antes. Yo más bien creo que es falta de sentido común y de conocimiento de la psicología humana. Sea lo que sea , lo cierto es que no se hace ningún favor a los adolescentes.
¿Cuándo pasaremos de un cristianismo sociológico que lo que importa es el número, a costa de la calidad? Gracias Ruth
La verdad es que me sorprendió la propuesta de celebrar la Confirmación a los 11-12 años, ya que quienes trabajan en la Delegación de Catequesis tienen experiencia práctica en este ámbito. Entiendo que es más sencillo dar catequesis a los de 10-11 años que a los de 14, debido a la dificultad de captar y mantener la atención de los de esta última edad. Pero, al igual que ocurre con la primera comunión, el adelanto no garantiza la continuidad ni propicia la recepción del sacramento de forma libre y consciente.
También es posible que haya sido una de las brillantes ideas del obispo, ante las que no cabe más que la obediencia sin rechistar. No puedo saberlo, pero no me extrañaría.
Un abrazo para ti, Félix, y otro para Susana. No puedo entrar en el blog todos los días, pero cuando lo hago, me alegro de tener hermanos en la fe como vosotros. Gracias.
Gracias a tí, Ruth, por tu colaboración. Yo también me alegro mucho de encontrar personas como tú, con un gran sentido de fe.
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