Corazones en red

Ocho días hospitalizado dan mucho para observar, pensar… y aprender. En una de las numerosísimas llamadas telefónicas que a lo largo de esos días he recibido, interesándose por mi salud, un buen compañero me decía: “aprovecha tu estancia ahí para conocer el hospital y aprender. En los hospitales se aprende mucho”.

De momento no caí en la cuenta de lo acertado de su observación. Más tarde, pensando en sus palabras, me di cuenta de que, verdaderamente, un hospital es una escuela de aprendizaje. Un lugar donde se concentra, como en ningún otro espacio, el dolor y la soledad, por una parte; y los cuidados y la solidaridad, por otra.

He visto patente, y otras veces he adivinado, el dolor y el sufrimiento de mucha gente: enfermos y familiares. Me he dado cuenta de la enorme carga de paciencia y de resignación soportadas por unos y otros.

He podido comprobar la profesionalidad del personal sanitario, su atención y amabilidad en general (salvo raras excepciones, cada vez menos frecuentes). He visto cómo muchas veces el enfermo era menos consciente de su gravedad, que la misma familia; la cual tenía que disimular constantemente ante el enfermo, pero uya preocupación se notaba sin esfuerzo.

He observado cómo algunos enfermos recibían muchas visitas de amigos, familiares, conocidos… mientras otros se encontraban solos, con un único y mismo acompañante durante el día y la noche; la esposa, ya mayor, sentada, durante horas, a la vera del marido enfermo…

Ciertamente, para cualquiera que tuviese los ojos del corazón suficientemente abiertos, el hospital es un lugar de aprendizaje, un verdadero taller de reflexión, donde se manifiestan, con claridad y sin engaño, las virtudes: paciencia, resignación, amor, esperanza…

Y donde también se hacen patentes: el dolor, el sufrimiento, la incomodidad… y para muchos la muerte muy cercana, acechando el momento de que el cuerpo se vaya acabando de desmoronar.

He pasado por el hospital, pero el hospital, también ha pasado por mí.

                                                                                                            Félix González

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