Ni tres, ni reyes; … y sin nombres
El texto de Mateo dice:”Jesús nació en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes. Unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarlo”.
Está claro que el texto evangélico no nos dice que fuesen reyes, sino magos; ni nos dice que fueran tres, sino unos magos; y desde luego no nos proporciona ninguno de sus nombres. El título de monarcas no tiene base sostenible y procede de una cita de Tertuliano (160-220) que fundamentaba su aseveración en el siguiente texto del Salmo 72: “Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones.”
Tertuliano afirmó que los magos debían ser Reyes que procedieran de Oriente, y en los siglos siguientes se fue arraigando la creencia de la realeza de estos magos, hasta llegar a nuestros días.
Por otra parte el número de Reyes Magos tampoco se cita con exactitud. “En distintas representaciones iconográficas realizadas en templos durante los siglos III y IV d.C. aparecen dos, tres y hasta cuatro magos. Otras fuentes cristianas (sirias y armenias) pensaron en doce Reyes al relacionarlos con las doce tribus de Israel o con los doce apóstoles. Los cristianos egipcios creían que eran sesenta. En el siglo tercero, el teólogo Orígenes (185-253) indicó que los Reyes Magos eran tres. Al fin y al cabo son tres los regalos que se nombran en el Evangelio de San Mateo: oro, incienso y mirra. En el sirio y apócrifo Evangelio de la Infancia se dice que eran tres hijos de Reyes y además adoradores del fuego y de las estrellas lo cual al menos nos deja con cierta confianza al entender que algo sabrían de Astronomía”…
Pero lo de menos es la iconografía y la tradición en torno a los magos. Tampoco está mal la ilusión de los pequeños, que crece y ayuda a crecer con la presencia de sus majestades y los regalos que traen.
Lo verdaderamente importante es el significado de esta fiesta: la Epifanía. Esta palabra griega significa “manifestación”. Se trata de la manifestación de Dios a los hombres. La Navidad nos muestra a Jesús dándose a conocer a los de su pueblo (judío) en la persona de los pastores; mientras que en la Epifanía , Jesús se da a conocer a los gentiles, los extranjeros no pertenecientes al pueblo judío. Por tanto es la fiesta de la “universalidad de la salvación”. Jesús viene para todos, judíos y gentiles. Por eso podemos decir que la Navidad y la Epifanía son dos facetas de una misma fiesta. Lo que celebramos en la Epifanía, no es un hecho concreto, sino una actitud permanente de Dios: que se manifiesta a todos los hombres ofreciendo a todos la salvación.
El relato de los Magos nos aporta una muy importante enseñanza: La fidelidad y constancia en la búsqueda de Dios (representado en el seguimiento de la estrella).
Esta Palabra de Dios, que nos trae Mateo, nos invita, hoy a dos cosas principalmente, a mi parecer:
- A ser permanentes buscadores de Dios
- A ser “epifanías” de Jesucristo en nuestros ambientes.
Félix Gonzalez
D. Félix, muy interesante el artículo, pero lo mejor, que lo ha dicho al final, no lo desarrolla. Es una lástima. Le animo a hacerlo otro día. Espero que los Magos le hayan traído muchos regalos, así como a todos los lectores de este blog
Amigo Bueno Mártir: en primer lugar te sugiero que no me trates de usted. De tú como yo a tí. En cuando al desarrollo de la última parte, no lo he hecho por no alargar el escrito. De todas formas intentaré darte gusto y seguir tu consejo. Estos días estoy bastante liado con algún viaje. En cuanto pueda, lo haré.
Los Magos se han portado generosamente. No ha habido carbón, aunque pienso que algo podría merecerme. Un abrazo.
– A ser permanentes ‘halladores’ de Dios.
– A ser “epifanías” de Jesucristo en nuestros ambientes… como extensión de su epifanía en nuestra vida.