Corazones en red

 “Dichosos los que logran leer su vida como un regalo de Dios”. Esta nueva Bienaventuranza la he descubierto hace unos días, en una reunión de personas de la “tercera edad”. Y creo que me vale la pena desgranarla palabra por palabra, para sacarla todo el jugo que contiene, o que a mí me parece que encierra. Vamos por partes.

“Dichosos”: es el fruto principal, o la primera y más valiosa consecuencia  de leer la vida como un regalo de Dios. Ser dichosos, ser felices, es a lo que más se puede aspirar. Con todo lo que hacemos, acertadamente o no, lo que pretendemos es ser felices. La felicidad es lo que colmaría todos nuestros deseos. Por eso nuestro final será: Felicidad plena.

…“Los que logran leer su vida”: No todas las personas tratan de leer su vida, su presente, y, sobre todo, su pasado. Unos porque no quieren remover recuerdos poco gratificantes, otros porque no les importa el pasado y se centran más en el presente y el futuro. Yo pienso que, de vez en cuando, hay que hacer un alto en el camino y leer el pasado. Son experiencias de vida, agradables o desagradables, acertadas o equivocadas, pero que han conformado y siguen conformando nuestra vida, nuestra personalidad, nuestro carácter; y también nos dan motivo para agradecer a Dios lo bueno, y reconciliarnos con lo malo o lo menos bueno.

…Como un regalo de Dios: Una de las cosas que más nos mueve a ser agradecidos, son los regalos que recibimos. No importa que sean muy valiosos o simple manifestación de la amistad o del cariño. Pues bien, la vida es un regalo de Dios, fruto de su cariño; y además es un regalo muy valioso. Y por tanto, no podemos menos de agradecérselo.

Hay personas que reniegan de su vida pasada, en la cual ha podido haber cosas positivas y menos positivas; incluso negativas. Y la arrastran como un peso del que desearían librarse si fuera posible. Ello les impide ser felices, ser dichosos.

Solamente en la aceptación del pasado, solamente con una lectura agradecida del pasado podemos llegar a reconciliarnos con él. Solamente cuando somos capaces de leer el pasado, nuestra vida pasada, como “un regalo de Dios”, podemos llegar a ser felices.

Decía el gran novelista francés, Georges Bernanos, que “todo es gracia”. Y Santa Teresita del Niño Jesús, lo repetiría con gran convencimiento. Todo es regalo de Dios, si somos capaces de descubrir su mano amorosa. Aunque hay que reconocer que no siempre es fácil. San Pablo dirá que “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”. Solo cuando uno es capaz de reconciliarse con su pasado, empieza a descubrir que todo fue regalo de Dios: lo que me hizo sufrir y lo que me hizo gozar. Y es bueno pensar que Dios me ama tal como he sido y como soy.

                                                                                                                Félix González

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