Corazones en red

Perdón por lo del “cangrejo”, pero es una expresión castiza. Nuestra lengua tiene frases o dichos muy expresivos. Me voy a referir a la marcha atrás en la liturgia de la Eucaristía, aprobada por “Roma”, con la anuencia y aprobación del Papa. Se trata de volver a la liturgia existente antes del Concilio Vaticano II. No cabe duda de que se ha tenido en cuenta el deseo de tender una mano a ciertos grupos tradicionalistas, seguidores del arzobispo Marcel Lefebvre, contrario a asumir las conclusiones del Concilio. Pero, sin embargo, no  parece el mejor modo de ganar a los disidentes, ceder en lo que ha supuesto un gran avance en la liturgia, que supuso mucho esfuerzo en el último Concilio. Los últimos pasos dados por el Papa, aprobando nuevas normas que amplían y concretan el uso del rito litúrgico tridentino, han causado una profunda tristeza y no poco desconcierto, no solo en los liturgistas, sino también en una gran parte de los cristianos.

Volver a la Misa en latín, de espaldas a los fieles y con una serie de fórmulas ya superadas, no cabe duda de que supone un paso atrás. Por otra parte no se ha contado ni con la sensibilidad del pueblo, ni con la consulta a los obispos locales. Todo ha salido desde las altas Jerarquías del Vaticano. ¿Por qué lo que se logró con el consentimiento y aportación de tantos obispos y teólogos insignes en el Concilio, es echado atrás por unos pocos? Es verdad que no se suprime el modo de celebrar la liturgia eucarística aprobada por el Concilio; pero ¿es bueno que haya dos modos distintos de celebrarlo? ¿No causa cierto desconcierto? Nada de las antiguas normas, reconocidas nuevamente, primero por Juan Pablo II, y ahora, con más fuerza, por Benedicto XVI, favorece al pueblo cristiano. ¿Quién sabe latín? ¿Por qué empeñarse en que no se entienda lo que se dice o lee en la Misa? ¡Flaco servicio al pueblo de Dios! Pocas cosas ha entendido mejor el pueblo que esta de hacerles partícipes inteligiblemente algo tan importante como es la Eucaristía. Las lenguas vernáculas han acercado el sacramento a todos. Como dice muy bien “El guardián del areópago” en uno de sus posts: “¿Sabes que las personas mayores que iban a misa…  no sabían qué hacer, pues no entendían nada, y rezaban el Rosario? Y me pregunto: ¿qué otra cosa podían hacer, si todo lo que allí se decía era ininteligible? ¡No volvamos de nuevo a las andadas!

Termino, transcribiendo un párrafo de un completo y documentado artículo aparecido en la Revista “Vida Nueva”, del mes de Junio,  que firma el liturgista José Manuel Bernal: “Me deja sin palabras la diferencia de trato ofrecido a los tradicionalistas, a los que miran hacia atrás, cargado de comprensión y tolerancia; y el ofrecido a los grupos y comunidades progresistas, a los que alteran las celebraciones litúrgicas mirando hacia adelante. Hay, sin duda, dos varas de medir”.

Respeto el criterio de otros, pero no puedo menos de pensar así, y así expresarlo.

                                                                                                           Félix González

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