Corazones en red

Conozco  algunas personas que tienen una sensibilidad muy grande hacia los animales. Es algo que me parece muy bien, y creo que es una cualidad estupenda, e indica una gran sensibilidad. Yo debo confesar que no fui educado igualmente en esa dirección, aunque naturalmente no me gusta que a ningún animal se le maltrate.

Sin embargo, hay veces que ese “amor” hacia algunos animales no está a la misma altura cuando se trata de los “animales racionales” (las personas).

Hay quien se preocupa mucho de algunos animales, pero no les preocupan tantas personas que sufren, pasan hambre, o se encuentran en situaciones de extrema necesidad. Hemos oído o leído, alguna vez, de personas más o menos adineradas, que legan toda su fortuna a favor de su perrito, para que pase el resto de su vida tratado a cuerpo de rey, para que, incluso, pueda tener un entierro por todo lo grande. Hay ya cementerios de perros, más ostentosos y distinguidos que el de los humanos, en los cuales no faltan nunca las flores y el cuidado exquisito de la tumba o mausoleo lujoso.

Y una cosa es el cuidado de los animales, el procurar que estén bien atendidos, no hacerles sufrir, etc, y otra cosa son esos excesos que son un insulto  al sentido común, y a la fraternidad universal

Pregunto: ¿cuánto se gasta en el cuidado de esos animales, y cuánto se comparte para los miles o millones de personas (niños incluidos) que diariamente mueren de hambre, de sed, o de enfermedades fácilmente curables con un mínimo de atención?

Que nadie me malinterprete; estoy a favor de la atención a los animales; pero no entiendo que interesen más que las personas.

Naturalmente, decir todo eso no es criticar o condenar a las personas que tienen animales (sobre todo perros domésticos), a los cuales deben cuidar con esmero, darles cariño y máxima protección; de lo contrario, sería mejor no tenerlos. Pero creo que hay una escala de valores. Animales, sí; pero las personas también, y más.

También se dan casos de insensibilidad y mal comportamiento con los animales. Dejemos las corridas de toros (picados y degollados), que en este momento no quiero enjuiciar. Hay cada vez más gente contraria a ese tipo de espectáculo, pero también hay, todavía, mucha gente a su favor. Repito que no quiero juzgar, por ahora, ese tema.

Me refiero, más bien, a la gente que abandona, especialmente en tiempos vacacionales, a sus perros. Preferible no tenerlos, a abandonarlos en la calle o en el campo, porque nos dificultan las vacaciones. ¿No hay lugares donde se pueden entregar, para ser cuidados durante ese tiempo de vacaciones? Seamos sensibles con las necesidades de las personas, y también con los animales. “Lo cortés no quita lo valiente”.

                                                                                                               Félix González

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