Nuestro obispo se despide
Nuestro Obispo de Cádiz ha cumplido la edad reglamentaria de jubilación, y será sustituido en breve por el hasta ahora obispo de Getafe, Rafael Zornoza. Con tal motivo, Don Antonio anda despidiéndose estos días. Hoy ha tocado despedirse de los sacerdotes de la ciudad de San Fernando: diálogo, comida fraterna y Eucaristía.
En el diálogo hemos tenido la ocasión de plantearle distintas preguntas sobre su estado de ánimo, su inmediato futuro, el estado de la diócesis y de la Iglesia en general, etc…Y aunque algunas preguntas eran bastante comprometidas para ser contestadas por un obispo, él ha sabido dar los circunloquios necesarios para contestar a su modo, pero sin responder a las preguntas comprometidas. Alguna de las preguntas se referían a la “nueva evangelización” y de la aplicación del Concilio Vaticano II.
La Iglesia hace años que va caminando hacia una involución que no facilita su puesta al día, tanto en los métodos, como en los criterios y actuaciones. No es actualmente una iglesia valiente, capaz de correr razonables riesgos por el evangelio. Jesús no fue involucionista, sino descaradamente (si se me permite la expresión) renovador. Corrió todos los riesgos, y fue capaz de transgredir normas consideradas sagradas para su pueblo, pero que no estaban en conformidad con el proyecto del Reino que él predicaba y vivía. Naturalmente, todo eso le llevó a la persecución y al martirio.
Los que de jóvenes vivimos con intensidad el Concilio, soñamos con una iglesia renovada, valiente y esperanzadora. Poco a poco, aquel entusiasmo se fue esfumando y apagando como los fuegos de artificio, para dar paso a unos fuegos fatuos cada vez menos ilusionantes. No niego que hubo cambios, sobre todo en la liturgia. Pero otros muchos cambios esperados, se quedaron en los documentos, a la espera de que soplen tiempos mejores.
Nuestro ya dimisionario obispo, D. Antonio, es un hombre bueno en toda la extensión de la palabra: piadoso, atento, educado, cariñoso, comprensivo… un buen pastor. Se hace querer. Pero, como todos, o la mayoría de los obispos actuales, está condicionado por los aires que soplan en la Iglesia. No sé si les puede la responsabilidad, o las consignas que reciben de las altas esferas vaticanas los coarta para impulsar otro estilo de iglesia; la que pidió y trató de poner en marcha el Concilio.
La diócesis de Cádiz-Ceuta espera un nuevo Obispo, que tomará posesión en octubre. Sabemos que su tarea, como la de todos los obispos, no será fácil; queremos pensar que su gobierno pastoral será fructífero, y aliente a todos los trabajadores de base, por su apertura y empeño en la “nueva evangelización”. No le faltará apoyo si es así.
Félix González
A mi me gust a mucho don antonio Estuvo en la confirmscion de mi nieto mayor y fue muy simpatico pero es verda que ablaba un poco raro ¿no le parece? Pero yo no pienso igual como usted por que lo que leo de los obispos en alfa y omega me gusta mucho pero yo no entiendo mucho del tema asin que lo mismo no lo entiendo. un saludo a todos los que me leen esto
Una Iglesia donde los creyentes se desmarquen sugerentemente del resto.
Si somos indiferenciables, si seguimos diciendo que somos y no siendo, ¿cómo resultará sugestivo algo que no se aprecia?
El otro día, Félix, diferenciaste bien el denario del hecho de estar en la viña. Pues bien, todos los ‘pastores’ suelen hablarnos del denario: el cielo, la vida eterna, la salvación, el premio de los justos y queda reducida la existencia en sortear las llamas y ganar el favor de Dios. Pero está la posibilidad de la viña: el Reino, el banquete que reúna a todos los hijos que volverán por malditos que sean, el denario para todos, el saber que cada uno y cada momento son clave de bóveda aunque no lo entendamos, que los propios contornos son difusos y los extiende Dios de persona a persona…está la posibilidad de ser ‘diferentemente igual’ porque saberse igual va a ser la diferencia.
¡Suerte con el nuevo pastor! Pero mi propia oveja tendré que llevarla a la viña, yo.
Querida Doña Carmen: muchísimas gracias por leer el blog y por animarse a escribir sus impresiones. Estoy de acuerdo con usted en que D. Antonio era y es muy buena gente; y le echaremos de menos. Pero los obispos también son personas, tienen sus ideas y sus gustos, etc, y no son perfectos. ¡Ni falta que hace! Por eso algunas veces destacamos lo negativo, pero sin negar lo mucho de positivo.
Susana: ciertamente, hablar del cielo que nos espera,no está mal. Pero de momento, lo que tenemos es esta tierra, esta vida. Ahí es donde hay que trabajar. El Reino comienza aquí. Estoy de acuerdo con lo que dices de tu “oveja”.
Don Antonio es un hombre de Iglesia. La ama profundamente y por eso sufre y comprende sus limitaciones y errores. En su visión pesa más lo positivo y sabe hacerse eco de ello para poder contagiar ilusión. Ahora bien, puede que en ocasiones (quizás por prudencia pastoral, que es una de las formas de amor a la Iglesia, incluida las altas esferas vaticanas) responda con circunloquios, pero lo que no creo que haga es responder lo que otros quieren escuchar. Quizás Él, que es un hombre bueno, prudente y orante sabrá por qué. Yo, al menos, le concedo el beneficio de la duda
Don Antonio es un hombre de Iglesia. La ama profundamente y por eso sufre y comprende sus limitaciones y errores. En su visión pesa más lo positivo y sabe hacerse eco de ello para poder contagiar ilusión. Ahora bien, puede que en ocasiones (quizás por prudencia pastoral, que es una de las formas de amor a la Iglesia, incluida las altas esferas vaticanas) responda con circunloquios, pero lo que no creo que haga es responder lo que otros quieren escuchar. Quizás Él, que es un hombre bueno, prudente y orante sabrá por qué. Yo, al menos, le concedo el beneficio de la duda
Don Antonio es un hombre de Iglesia. La ama profundamente y por eso sufre y comprende sus limitaciones y errores. En su visión pesa más lo positivo y sabe hacerse eco de ello para poder contagiar ilusión. Ahora bien, puede que en ocasiones (quizás por prudencia pastoral, que es una de las formas de amor a la Iglesia, incluida las altas esferas vaticanas) responda con circunloquios, pero lo que no creo que haga es responder lo que otros quieren escuchar. Quizás Él, que es un hombre bueno, prudente y orante sabrá por qué. Yo, al menos, le concedo el beneficio de la duda
Don Antonio es un hombre de Iglesia. La ama profundamente y por eso sufre y comprende sus limitaciones y errores. En su visión pesa más lo positivo y sabe hacerse eco de ello para poder contagiar ilusión. Ahora bien, puede que en ocasiones (quizás por prudencia pastoral, que es una de las formas de amor a la Iglesia, incluida las altas esferas vaticanas) responda con circunloquios, pero lo que no creo que haga es responder lo que otros quieren escuchar. Quizás Él, que es un hombre bueno, prudente y orante sabrá por qué. Yo, al menos, le concedo el beneficio de la duda
Don Antonio es un hombre de Iglesia. La ama profundamente y por eso sufre y comprende sus limitaciones y errores. En su visión pesa más lo positivo y sabe hacerse eco de ello para poder contagiar ilusión. Ahora bien, puede que en ocasiones (quizás por prudencia pastoral, que es una de las formas de amor a la Iglesia, incluida las altas esferas vaticanas) responda con circunloquios, pero lo que no creo que haga es responder lo que otros quieren escuchar. Quizás Él, que es un hombre bueno, prudente y orante sabrá por qué. Yo, al menos, le concedo el beneficio de la duda