Más sobre la conversión

En este tiempo morado, hablamos tanto de “conversión”, que corremos el peligro de acostumbrarnos a la palabreja, y ya no nos impacte. Y sería una pena. Las palabras, como todas las cosas, se desgastan con el uso repetido y repetitivo.

No obstante, quiero insistir en el tema, porque luego, con las alegrías y los posibles excesos gastronómicos, se nos olvida que esa actitud debe ser de todos los días. Nadie se convierte de una vez para siempre. La conversión tiene que ser un proceso, lento o rápido, pero un proceso continuo.

La conversión lleva consigo un cambio de dirección (cambiar en la buena dirección). Y la invitación a ella es para todos.

El evangelio, según Mateo, nos recuerda que Jesús comienza su predicación con una palabra: Convertíos. Es su primera palabra. Y añade: Porque está cerca el Reinado de Dios. Y a pesar de estar cerca, podemos olvidarlo.

Pero podemos preguntarnos: ¿en qué tenemos que cambiar? He leído estos días, creo que es de Pagola, algo que me ha gustado, porque rompe un poco la idea que suele correr sobre el cambio o la dirección que debemos tomar para entrar en ese proceso de conversión. Tres puntos:

  • “Primero: Hay que introducir en nuestro corazón y en el mundo que nos rodea, la COMPASIÓN. Ser compasivo con los más débiles, los más necesitados. Es procurar que los demás sean felices, sobre todo los que más sufren. Uno de los aspectos más destacados de Dios (y de Jesús) es el de la “compasión”. Recordemos las palabras evangélicas: sed compasivos, como el Padre celestial es compasivo.
  • Segundo: Tenemos que RECUPERAR LA DIGNIDAD de los que no la tienen. Intentar que todos vivan con dignidad (tantos desplazados de la sociedad).
  • Tercero: Hay que CURAR LAS HERIDAS. Aliviar el sufrimiento. Construir una convivencia orientada hacia una vida más sana, más digna, más dichosa. Jesús nos ordena: id y curad”.

Creo que la conversión es, en definitiva, tratar de seguir a Jesús. “Esforzarse por construir la vida siguiendo las huellas de Jesús; inspirarse en Él para continuar, hoy, la obra apasionante que comenzó Jesús y que dio sentido a su vida; creer lo que Él creyó; dar importancia a lo que Él se la dio; interesarnos por lo que Él se interesó; mirar a las personas, como Él las miró; acercarse a los necesitados, como Él se acercó;  amar a las personas, como Él las amó; confiar en el Padre, como Él confió”.

Todo eso, sí que es un buen programa de conversión.

                                                                                                    Félix González

 

2 Responses to “Más sobre la conversión”

  1. […] Más sobre la conversión por el P. Félix González […]

  2. Lo que toda la vida hemos llamado: dejar de ser egoístas.
    En nosotros late el Reino, la conversión es: que aflore en nuestra parcela. ¿Cómo? utilizando la puerta estrecha; cada vez que estemos caminando con otro, le dejaremos franquearla primero. Todo es cuestión de vigilarnos y de elegir una puerta sin holgura.

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