Corazones en red

Después de un corto periodo vacacional y navideño, retomo mi Blog, que también habrá descansado, igual que los lectores. Y lo hago movido por la indignación. (¿). Hace unos días he podido escuchar por la radio, algo que me ha soliviantado, y ha hecho que mi confianza en el ser humano se tambalee, aunque se trate de un caso aislado. Pero, sin duda, deplorable y condenable por la falta de humanidad y de sentimientos que delatan. De vez en cuando sale a flote lo peor que llevamos dentro, hasta convertirnos en fieras, más que en personas.

Se daba la noticia de que Fraga, el político gallego, se encontraba gravemente enfermo. Y alguien, que no recuerdo ni quiero recordar quién era, dijo públicamente que se alegraba tanto, que “iba a descorchar una botella de champán”. ¿Se puede ser peor persona? ¿Se puede concebir alguien más cafre e inhumano?

Se puede, muy lícitamente, no estar de acuerdo con las ideas políticas, religiosas, carácter, etc, de alguien. Pero llegar a alegrarse por el mal de una persona, no cabe en un corazón noble y mínimamente correcto.

Como decía al comienzo, a uno se le cae la creencia en la humanidad. Algunos están llegando a hacernos creer lo que el británico Hobes, filósofo político, escribió en su tiempo (S. XVII): “el hombre es un lobo para el hombre”.

¿Quién podrá fiarse de una persona pública que es capaz de descorchar una botella de champán, y brindar, por la grave enfermedad de uno de sus coetáneos? Yo, no; a pesar de que esté en desacuerdo con su credo.

Ya sé que no es lo corriente. La gente suele tener sentimientos humanos, y no fobias antihumanas.

Pienso que personas como la que nos ocupa, deberían ser enjauladas y expuestas en un zoo, junto a panteras y hienas, para que todos puedan ver una de las desviaciones más graves y repugnantes de algunos humanos.

Me da igual que se trate de Fraga o de cualquiera de los políticos o pensadores con los que no coincidan mis criterios o maneras de ver las cosas. No se puede confundir, como vulgarmente se dice, “la velocidad con el tocino”.

A pesar de mi indignación, quiere seguir creyendo en la bondad de las personas. Quiero seguir creyendo en los buenos sentimientos del ser humano. Quiero creer que la humanidad no se está deshumanizando, aunque haya, de vez en cuando, quien es capaz de brindar con champán, mostrando su alegría y contento por el mal del prójimo.

                                                                                                                    Félix González

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