Corazones en red

Se trata de un reportaje que he visto en TV. De vez en cuando la Televisión nos ayuda a emocionarnos, a admirarnos, e, incluso, a despertar deseos de ser mejores. En medio de tanto programa tonto, baladí o poco edificante, y de tanto concurso que despierta el deseo de ganar dinero fácil, nos encontramos una perla preciosa que vale la pena valorar.

Se trata, en este caso a que me refiero,  de un reportaje que he visto hace dos o tres días, que no pudo menos de emocionarme y hacerme pensar en un mundo donde en medio de tanta maldad, nace la verdadera bondad, donde entre la violencia que está a la orden del día, nace la paz, donde en un mundo de egoísmos furibundos, nace la solidaridad, el desprendimiento y el amor. ¡Una perla preciosa en medio del lodazar!

En un país del África más pobre y castigada por la injusticia, existe algo que todos deberíamos conocer para solaz del espíritu, y para poder seguir creyendo en la bondad humana. No recuerdo el país.

Una mujer pobre en medio de los pobres, de color negro, pero con el alma muy limpia, tiene acogidos a cien niños (¡cien!). Todos ellos sacados del fango y del abandono, castigados sin culpa por la injusticia y la insensibilidad; cada uno con una historia, más o menos larga según las edades, digna de ser recogidas en las páginas más negras de la historia reciente.

Viven de las aportaciones que la gente va dando, día a día, en alimentos o de distintas formas. A cada uno de los niños les trata con el cariño de una madre, con la preocupación y el desvelo de quien les ama de corazón. ¡Con qué delicadeza y cariño hablaba de ellos, de sus vidas anteriores, del desvelo por hacerles personas de bien, útiles a la sociedad!

Me pregunto: ¿por qué esas cosas no ocupan las primeras páginas de nuestros periódicos? ¿Por qué, en vez de contarnos tantas frivolidades, no nos hablan de cosas como estas, que valen la pena para creer en la utopía humana, convertida en realidad?

Junto al premio de la Paz, que reciben personas luchadoras, ¿no valdría la pena crear un “premio de la solidaridad”? Yo se lo daría a esta “madre” de los cien hijos rescatados del horror y del desecho de una sociedad, orgullosa de su opulencia.

Hablamos de crisis en nuestro entorno europeo, porque nos toca el bolsillo. Pero poco se habla de esa crisis de valores que nos afecta, destruye y envilece.

De vez en cuando, una pequeña lucecita se enciende en el mundo de nuestras negras sombras, e ilumina un pequeño espacio, esperanza de los huérfanos de todo.

Gracias, señora X (pues ni siquiera sé su nombre): gracias por ser un rayo de esperanza en medio de un mundo sin ella.

                                                                                                Félix González

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