La Cenicienta

Cuando algo se considera de menor valor, menor estima, menos importante, se suele decir que es “la cenicienta”. Por ejemplo, para muchos, la asignatura de religión, en el colegio, ha sido llamada la “cenicienta”, porque en su estimación no se la consideraba tan importante como el resto de las asignaturas.

Pues bien, hoy doy el sobrenombre de “cenicienta” al sacramento de la Unción de los enfermos. Para muchos cristianos y en grandes sectores de los feligreses de una parroquia, así es. Sólo en los sectores más tradicionales, era, hasta ahora, más frecuente su recepción.

¿Por qué el deterioro de  este sacramento? Yo encuentro varias causas, que, con frecuencia, son concomitantes. Por una parte, influye el desconocimiento religioso en una gran parte de cristianos. Muchos no saben ya la existencia de este sacramento, y mucho menos cuál es su finalidad. 

En segundo lugar, lo achacaría a la indiferencia religiosa imperante, “in crescendo”.

Y en tercer lugar (y esta es muy frecuente), el miedo injustificado (generalmente de la familia del enfermo) a que éste se asuste, pensando que eso significa que está cercana la  muerte. En esta última causa, ha podido influir el antiguo nombre de este sacramento, cuando se le denominaba como “extrema unción”. “Extrema”, es decir, en el último momento.

Acertadamente se cambió el nombre por lo de “unción de enfermos”, porque no es un sacramento para celebrar “in artículo mortis”(en el último instante), sino para ayuda y consuelo en la enfermedad grave o en la elevada vejez.

Yo puedo decir que en la parroquia actual, donde ejerzo mi ministerio, los feligreses apenas piden este sacramento.  No creo que pasen de dos o tres en el año, siendo muy generoso.

Es verdad que la mayoría de los enfermos mueren en los hospitales, y allí suele haber un capellán. Pero no sé hasta qué punto y en qué número piden la Unción. Ni sé si existe alguna estadística.

También hay que tener en cuenta que en bastantes parroquias, desde hace unos años, se suele celebrar, al menos cada dos años, la celebración comunitaria del sacramento, en el templo. Y por lo que hace a mi parroquia, la participación suele ser de unas veinte personas de edad avanzada, o con la salud bastante deteriorada.

Pero sigue siendo verdad que a este sacramento podemos seguirle llamando “la cenicienta”.

                                                                                                            Félix González

4 Responses to “La Cenicienta”

  1. Hola Felix. Me parece muy acertado ,tu escrito , y estoy de acuerdo con tigo, pero si miras las esquelas del diario, siempre dicen que han recibido los Santos Sagramentos, y la Bendisión ,de su Santidad . Y con todos mis respetos a las presonas , yo creo que estamos enterrando, muentros muertos, la mayoria de las veces, con embustes. Yo quiero que el dia que llegue la hora ,digan de mi la verdad. La unción de enfermo no es para morir , sino todo lo contrario , es vida , y vadad , enplenitud.

  2. Manuela: a la gente le gusta quedar bien ante los demás. Muy cristianos. Pero los sacramentos quedan en el baúl de los recuerdos. Este y otros. ¡Qué pena que teniendo algo tan importante con lo que Dios y la Iglesia nos regala para llevar bien la enfermedad, lo despreciemos olímpicamente.

  3. Verdaderamente este sacramento es “La Cenicienta”. Si no se conoce ni tan siquiera su nombre… me parecen muy acertadas las tres causas que expones pero quiero comentar la tercera y lo que yo veo que ocurre en las familias más tradicionales; y es que se tiene un cierto reparo en llamar al cura sobre todo cuando no es habitual que éste entre en tu casa. Lo de la extrema unción es una idea muy arraigada en la gente antigua y lo que se hace es que se espera que el enfermo esté en las últimas para que no se dé cuenta. Yo, como dice Manuela, no quiero cuando me llegue el momento “recibir los últimos sacramentos ni la bendición apostólica de su santidad” Yo quiero recibir la Unción que en la enfermedad me ofrece El Señor y con ella la fuerza de su Gracia.

  4. Isabel: muy acertada tu aportación. Es verdad que entre cierta clase de personas, llamar al “cura” es como darle la puntilla al enfermo. Yo me pregunto, si no les quedará un cierto remordimiento por no haber proporcionado al enfermo lo que necesitaba en su enfermedad.
    Incluso, hay bastantes casos en que llaman al sacerdote, una vez que ha muerto, para que le dé los sacramentos. (!).

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