Frutos y esperanzas del Sínodo de obispos
Algunos no teníamos muy claro que de este Sínodo brotasen frutos interesantes; y aunque la esperanza no esté perdida del todo, seguimos en la misma actitud, una vez clausurado, y en espera de la comunicación (“Exhortación Apostólica”, creo que se llama oficialmente) que haga el Papa para todos los cristianos.
Ya, por la comunicación que los Padres Conciliares han enviado a todos como resumen de su trabajo, se pueden conocer “por dónde han ido los tiros”, y las esperanzas que puede generar, o no, tan magna asamblea.
Uno de los párrafos que más me han llamado negativamente la atención, es el siguiente:
“Hay parejas que conviven sin el vínculo sacramental del matrimonio; se extienden situaciones familiares irregulares construidas sobre el fracaso de matrimonios anteriores: acontecimientos dolorosos que repercuten incluso sobre la educación en la fe de los hijos. A todos ellos les queremos decir que el amor de Dios no abandona a nadie, que la Iglesia los ama y es una casa acogedora con todos, que siguen siendo miembros de la Iglesia, aunque no puedan recibir la absolución sacramental ni la Eucaristía” (la letra bastardilla es mía).
Podían seguir añadiendo cosas que “no pueden recibir”. No sólo el sacramento del perdón (confesión), y el sacramento de la Eucaristía (comunión), sino igualmente ningún otro sacramento, incluida la “unción de enfermos” (antes extremaunción), en el momento de la grave enfermedad o peligro de muerte.
Y me pregunto admirado y confundido: ¿De verdad se puede afirmar que “la Iglesia los ama y es una casa acogedora con todos, que siguen siendo miembros de la Iglesia”?.
¿Qué miembros de la Iglesia son, que no pueden acceder a lo más importante que son los Sacramentos? Da la sensación de que los obispos han querido “nadar y guardar la ropa”. Y eso no es honesto.
Supongamos una familia que afirma que uno de los hijos pertenece a la familia y es querido como tal, pero se le niega el sustento, la participación en los actos principales de la familia, y no es aceptado a la plena comunión con esa familia, ¿podríamos afirmar que es querido y que sigue formando parte de su familia?
Por otra parte, una cosa es lo que hayan dicho los Obispos, y otra cosa será lo que salga en esa “exhortación” del Papa, que no está obligado a asumir lo que se haya dicho. ¿Dónde está la “colegialidad”? El Papa tiene la última palabra, independientemente de lo que los obispos hayan dicho o reflexionado.
Repito, y lo siento, de momento suspendo mis esperanzas en espera del resultado final
Félix González
Gran parte de las separaciones/divorcios están urgidos por la cordura de evitar situaciones ofensivas.
El amor y la comprensión de esta situación de vida son los que tienen la última palabra. No los que dicen defender el matrimonio en el seno de la Iglesia.
Cristo reparte su Cuerpo todos los días o, lo que es lo mismo, lo ha repartido de una vez por todas y ¡a todos! Para que esto ‘sea’ solo es necesaria la ausencia de ofensa.
“si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.” (Mateo 5, 23-24)
Por otra parte esto es muy interpelante, porque estamos implicados en la situación que viven los ofendidos de la tierra.