Un espectáculo deplorable
Un auténtico circo de los disparates. Así considero el espectáculo que los representantes del pueblo, en nombre de qué falsa democracia, nos están dando. Verdades, mentiras, medias verdades, intereses de partido, o intereses personales, se entrecruzan y nos dejan perplejos
Podíamos tomar prestado, para definir esta situación, el título de la obra de Jacinto Benavente, premio Nobel de literatura: “Los intereses creados”.
Sería exagerado hablar de una sociedad en descomposición, pero no sería exagerado hablar de una clase política o empresarial de dudosa catadura moral. Sé que generalizar, siempre o casi siempre, es injusto. Pero así lo percibe el pueblo. El espectáculo que se nos brinda en el más “sagrado” de los foros democráticos, parlamento y senado, es el más claro ejemplo de lo que no debería ser.
Hablamos mucho de “crisis económica”. Y con razón. Pero esta crisis tiene una prima hermana, que seguramente tiene mucho que ver con ella, y que es peor y más difícil de solucionar. Es la crisis de valores, crisis de ética profesional, crisis de codicia, crisis de “caiga quien caiga”.
El deseo de enriquecerse rápidamente, y por los medios que sean, sea ha generalizado tanto, que ha llegado a convertirse en un monstruo de siete cabezas.
Entre tanto, los no poderosos, la clase media, los pobres, son los que padecen directamente la voracidad de ese monstruo.
El domingo pasado, el Evangelio nos traía a la consideración unas palabras de Jesús: “guardaos de la codicia”. Pero la dicha codicia campea con patente de corso en una sociedad, que cada día se despierta con nuevas sorpresas, aunque éstas ya sorprenden a pocos, desgraciadamente.
Félix González
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