Corazones en red

Acabo de leer una noticia en el “Diario de Cádiz”, que me ha dejado perplejo, a pesar de que uno va estando cada vez más “curado de espanto”. Se trata de una agresión, efectuada en la terraza de un bar. Lo sorprenden es que el agredido y el agresor formaban parte de sendas candidaturas a “hermano mayor” de una Cofradía.

Es difícil de concebir que por querer ejercer ese cargo, haya personas que lleguen a enzarzarse con agresividad física. Lo cual puede dar pie a pensar que no buscan el puesto responsable por un interés de servir, sino de ser servido, de favorecer su ego, o de aprovecharse del cargo. ¡Alucinante!

Dice el refrán castellano que “en todas parte cuecen habas…”. Y se ve que en algunas cofradías, “a calderadas”.

Pero si me sorprende el hecho en sí, más sorprendido quedo al constatar que esos personajes que montaron la marimorena públicamente, y sin recato, pertenecen a la Cofradía del ”Cristo del Amor”.

Agresiones físicas o sicológicas no parecen compaginarse bien con el Amor.  Sabemos de los tira y afloja que concurren en las Cofradías a la hora de nombrar al Hermano mayor, o al nombrar nueva Junta Directiva. Pero llegar hasta donde llegan algunas, era, para mí, impensable.

Me vienen al recuerdo, sin pretenderlo, las conocidas palabras de San Pablo, dirigidas a la comunidad de Corinto: “Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo Amor, soy como una campana que resuena o unos platillos que aturden.

Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo Amor, no soy nada.

Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo Amor, no me sirve para nada.
El Amor es paciente, es servicial; el Amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El Amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.

Félix González

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