II Domingo del Tiempo de Navidad
(Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros)
En este prólogo del Evangelio de San Juan, hemos escuchado repetidas veces hablar de la “Palabra”, ¿recordáis?: “En el principio ya existía la Palabra”….etc…
La Palabra es con lo que nos expresamos. Cuando queremos comunicarnos usamos normalmente la palabra. Pues bien, cuando Dios quiso mostrarse, más y mejor, al mundo, envió a su Hijo Jesucristo, que nos dijo muchas cosas sobre Dios. Por eso el evangelista le llama la “Palabra”. Jesús es la Palabra de Dios, por la que se nos manifiesta.
Y esa Palabra, el Hijo de Dios, vino al mundo, como hemos celebrado en la Navidad. Dice el evangelio que “puso su tienda junto a nosotros”. Se hizo uno de nosotros, para que pudiésemos ver en él cómo debemos comportarnos según los deseos de Dios. “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. Pero dice también, que “vino a los suyos, y no quisieron recibirle”. No fue aceptado en su tiempo, hasta llevarle a la cruz. Pero Jesús se ha quedado de mil maneras entre nosotros, y mucha gente sigue sin quererlo recibir. O, a veces, lo recibimos a medias, sin entregarnos demasiado.
Entre las maneras de quedarse con nosotros, además de la Eucaristía, ha querido quedarse de una manera muy peculiar. Lo dijo él:”cualquier cosa que hagáis a cualquiera de los más débiles y necesitados, es como si me lo hicieseis a mí”. Es decir, Jesús se identifica con aquellos que son más indefensos. Y ahí sí que, muchas veces, no queremos recibirlo. Nos cuesta aceptar a algunas personas, máxime si no son agradables, como ocurre muchas veces. Y nos cuesta acercarnos a los más pobres para enterarnos de sus necesidades, y tratar de ayudarlos. Y, a pesar de ser hijos de Dios como nosotros, y ser de la gran familia humana, se puede también afirmar lo que se dice de Jesús: “Vinieron a los suyos, y no los recibieron”.
Seguimos celebrando la Navidad, hoy es el “segundo domingo del tiempo de Navidad”. Y no debemos olvidar el espíritu de este tiempo, y la gran lección de Dios, que hemos contemplado el día 25 pasado. Dios que se acerca a los hombres, hasta hacerse uno de nosotros: humilde, pobre, sencillo, amoroso…
Su ejemplo y su vida deben ayudarnos a imitarle en su entrega a los demás. Ese es el gran mensaje de la Navidad, que seguimos celebrando en la liturgia, pero que hay que hacerlo realidad en la vida de cada uno.
Félix González
En el principio ya estábamos unidos y junto a Dios.
Al mundo vino quien encarna nuestra íntima unión para que la alcancemos en Él, en el mundo estaba desde siempre la posibilidad; el mundo fue hecho para que los hombres la descubrieran y el mundo no la reconoció. Pero a cuantos la reciben porque creen que Dios tiene el poder de reconciliar toda la humanidad -esto es creer en su nombre-, incomprensiblemente, les da el nombre de hijos de Dios: de estar definitivamente unidos con Dios.
Feliz Navidad, feliz profunda realidad.
This reflection on the prologue of the Gospel of Saint John beautifully captures the profound symbolism of the “Word” as Jesus Christ. I am a student of university i was waiting for nnew year assignment writing sale, If anyone have any information about it please let me know.
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