Domingo II del Tiempo Ordinario
Terminábamos el domingo pasado el tiempo de Navidad, con el Bautismo de Jesús en el río Jordán. Y comenzamos este domingo, el “tiempo ordinario”, con el mismo tema del bautismo de Jesús. Tema muy importante en la vida de Jesús, y tema muy importante en nuestra vida de creyentes.
Para Jesús fue el comienzo de su vida pública, de su predicación por todo el país, poniendo en práctica aquello para lo que había sido enviado por el Padre. Y para nosotros, porque es el comienzo de nuestra vida cristiana, nuestra pertenencia a la Iglesia, y el camino del seguimiento de Jesús. Ya hablamos el domingo pasado del bautismo; pero no está demás que volvamos a insistir.
Recordaba, entonces, las palabras del Papa Francisco, que recomendaba que recordásemos la fecha del bautismo, lo mismo que recordamos la fecha de nuestro nacimiento. E, incluso, que lo pudiésemos celebrar, como celebramos el cumpleaños. Celebrar el “cumplebautismo”, como celebramos el cumpleaños. Es una buena idea, que nos ayudaría a valorar algo tan importante en nuestra vida cristiana.
Hemos nacido en un ambiente cristiano, y eso nos ha facilitado conocer a Jesucristo, su vida y sus enseñanzas, perteneciendo a una Iglesia que nos ha proporcionado los medios para seguirle. Otras muchas gentes (millones de gentes, que no han tenido esa suerte). Creo que todos los días deberíamos dar gracias a Dios por este regalo tan extraordinario, como es la fe en Jesús.
Se cuenta que san Francisco Solano, siendo ya religioso franciscano, fue un día a visitar su pueblo natal de Montilla, en España. Y, entrando a la iglesia de Santiago, en donde había sido bautizado, se fue derecho a la pila bautismal, se arrodilló en el suelo con la frente apoyada sobre la piedra y rezó en voz alta el Credo para dar gracias a Dios por el don de su fe. Algo casi idéntico repitió Juan Pablo II, cuando visitó Polonia por primera vez como Papa, en el año 1979. Acudió de peregrinación a su natal Wadowice y, entrando a la iglesia parroquial, encontró rodeada de flores la pila bautismal donde fue bautizado en 1920. Entonces se arrodilló ante ella y la besó con profunda devoción y reverencia. ¡Los santos sí saben lo que es el bautismo! Gracias a Dios, también nosotros hemos recibido este don maravilloso. Pero, ¿cuántos de nosotros somos conscientes de este regalo tan extraordinario y nos acordamos de él con frecuencia para darle gracias al Señor, para renovar nuestra fe y ratificar nuestro compromiso cristiano?
“La Iglesia celebra hoy la “Jornada mundial de las migraciones”. Ante las situaciones y tragedias que tenemos tan próximas, tengamos presente hoy en la Eucaristía esta realidad que no hemos de ignorar, considerar como algo ajeno y que nos interpela y compromete.
Comienza hoy también el “Octavario de oración por la unidad de los cristianos”. Roguemos para que se haga realidad la voluntad de Jesús: “Que todos sean uno, para que el mundo crea que Tú me has enviado”.
Félix González
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