Domingo VIII del Tiempo Ordinario
(Buscad el Reino de Dios y su justicia)
Jesús advierte a los discípulos que no es fácil, ni posible, servir al mismo tiempo a dos señores. ¿A qué señores se refiere Jesús? Él mismo lo aclara:”No se puede servir, dice, a Dios y al dinero”; porque los dos exigen un servicio total, y a tiempo completo.
El ingenioso escritor español, Francisco de Quevedo, tiene unos versos, que se titulan:”Poderoso caballero es Don Dinero”. Y dicen así:
Madre, yo al oro me humillo, Él es mi amante y mi amado,/
pues de puro enamorado, / anda continuo amarillo./
Que pues, doblón o sencillo, / Hace todo cuanto quiero, / poderoso caballero es don Dinero.
Y es tan poderoso, que hasta es capaz de impedirte servir a Dios como es debido. Por eso dice Jesús que no se puede servir a Dios y al dinero. Si se sirve bien a uno, no se puede servir bien al otro.
Jesús nos aconseja que no estemos “agobiados” por las cosas terrenas (aunque sean importantes). No dice que no nos ocupemos de ello: la comida, el vestido, etc.. Pero una cosa es ocuparse, otra preocuparse y otra agobiarse.
Y para dar fuerza a sus palabras, nos pone el ejemplo de los pajarillos y las flores del campo. Los pájaros que no siembran ni cosechan, y sin embargo no les falta el alimento necesario. Y las flores, los lirios del campo, que no hilan ni tejen, y sin embargo se visten con colores tan hermosos que ni el famoso rey Salomón podía imitarlos, a pesar de su poder y sus riqueza.
Y concluye: “Pues si la hierba que está en el campo, y mañana se seca o se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? No andéis agobiados. A cada día le basta su preocupación.
Pero para que Dios se ocupe de nuestras cosas, y no nos falte lo necesario, es preciso que nosotros nos ocupemos de las cosas de Dios. Por eso añade Jesús: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará, por añadidura.
Pero debemos tener una gran confianza en ese Dios, que hará que no nos falte lo que necesitamos. Y no se trata de cruzarse de brazos a esperar que Dios llegue con los problemas resueltos. No. Dice un sabio refrán: “A Dios rogando, y con el mazo, dando”; o aquel otro:”Ayúdate y Dios te ayudará”. San Agustín decía: “Haz tú lo posible, que Dios hará el resto”. No olvidemos aquello de que “nadie puede servir a dos señores”, a Dios y al dinero. Y decidámonos a servir sólo a Dios, procurando buscar el Reino de Dios y su justicia, para que todo se nos dé por añadidura. No sirvamos nosotros al dinero; no seamos sus esclavos, pero sirvámonos de él, para vivir, y para hacer el bien a los demás.
Félix González
¡Qué casualidad!, aquí en blogs.21rs hay un nuevo blog con ese mismo nombre.
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Sirva tu artículo para detenerse en el hecho de que, en algunos temas, somos capaces de tomar las palabras de Jesús al pie de la letra y sobrepasar la extensión de la propuesta si así conviene y, en temas de pobreza, podemos hacer abstracción e interpretarlos como si de un mundo ideal se tratara.
De sordera selectiva sufre la Iglesia, por eso existen todavía los que sufren.