El que esté sin pecado…
Una de las páginas más hermosas e impactantes del evangelio, es aquella en que se hace el relato de Jesús y la mujer adúltera. No solamente es bella la descripción, sino que es significativa la solución que Jesús da al caso. Tan bella la actitud de Jesús, como deleznable y negra la actitud de los fariseos.
Ellos (los fariseos), los que se consideraban buenos, puros y cumplidores de la ley, están dispuestos s apedrear, dilapidar, a esta pobre mujer que ha pecado.
Él (Jesús), del que decían que estaba endemoniado, dispuesto a liberarla por todos los medios. Pero no va a necesitar emplearse demasiado contra aquellos energúmenos, con piedras en las manos, y los bolsillos llenos de ellas. Le va a bastar con mostrarse como lo que es: Jesús (es decir, Salvador). Y solo con unas palabras va a hacer que todos vayan desapareciendo del cortejo acusador, “empezando por los más viejos”. Jesús sólo va a decir:”El que esté sin pecado, que tire ya la primera piedra”.
Pero no vuelan las piedras sobre la mujer; se caen de sus manos, y se vacían los bolsillos, porque todos ellos están podridos de pecado; el primero, el de la in-misericordia. Jesús ya les había llamado en otra ocasión:”Sepulcros blanqueados, llenos por dentro de podredumbre, aunque con apariencia de virtud”.
Más de uno se ha preguntado qué pasaría “si Cristo volviera”. Todos coinciden en que volvería a ser crucificado (que es lo mismo que “quitarlo de en medio, de manera más sutil y menos llamativa”).
Pero no voy en esa dirección. Yo creo que, primero, se fijaría en todas las miserias humanas que hay en este mundo, el nuestro, el que nosotros hemos construido: pobrezas, hambre, injusticias, violencia, venganzas, guerras… Después, nos miraría a los ojos, a cada uno, y nos diría: “el que esté sin pecado, que tire la primera piedra”. Y nos esconderíamos avergonzados.
Félix González
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