La Parábola del fariseo y el publicano

fariseoypublicanoHe leído, hace poco, una frase, que no sé seguro si es del Papa Francisco; de todos modo, si no lo es, podría serlo perfectamente. La frase, tal vez no esté tomada al pie de la letra, pero sí su sentido; es la siguiente: “Los ricos están dentro de la Iglesia (léase: templo), rezando; mientras los pobres están fuera de la iglesia, pidiendo”.

Me ha venido a la mente la parábola del fariseo y el publicano. Y lo he relacionado.

El rico en la iglesia, reza para darle gracias a Dios porque no se encuentra en la situación del pobre que está en la puerta. Incluso está molesto porque aquel pobre que está mal vestido, sucio y, a veces, es mal hablado, molesta con su presencia, a los que van a rezar. ¡Que se vayan a otra parte a pedir (en el metro, en la calle, a la puerta de los supermercados…); pero que no afeen la entrada de las iglesias, dando un espectáculo poco estético.

Por otra parte el pobre que está a la puerta, que no entra a la iglesia para rezar, se desprecia a sí mismo por tener esa condición de pordiosero, se avergüenza de estar pidiendo a cada uno de los que llegan (¡tan bien vestidos ellos y ellas!), soporta malas respuestas o gestos despreciativos. Piensa: ¿qué derecho tengo a exigir esa limosna que se me niega con frecuencia?

No critica al rico, ni le envidia. A unos les toca en la vida la suerte de ser ricos, y a otros la de ser pobres. Y así hay que aceptarlo.  Se contenta con su suerte (su mala suerte).

Después el rico, saldrá de la iglesia, volverá a sentirse mal por la presencia de aquel desgraciado, pero lo olvidará pronto. Acaso ha dado una limosna, porque eso le ayuda a sentirse mejor. Y Dios se lo premiará. En verdad no va a afectar a su economía. Seguramente que en la esquina próxima habrá un bar y se tomará una cerveza y unas tapas., que le van a suponer más gasto que lo que ha dado al pobre. Pero también tiene derecho a echar una cana al aire.

Y este pobre seguirá en la puerta de la iglesia, mendigando. Y seguramente no podrá tomarse la cerveza con las tapas. Pero acaso llegue contento a su rincón (porque, tal vez, no tenga ni casa) porque “todavía hay gente buena” que ayuda al necesitado. Y él lo es. Y le da gracias a Dios a su manera. El rico da gracias a Dios, porque no es como ese pobre desgraciado, sucio, mal vestido, y acaso borracho, parásito de la sociedad. Él es una persona de bien, y su estado de bienestar se lo merece.

                                                                             Félix González

One Response to “La Parábola del fariseo y el publicano”

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