En la Verdad no hay error ni engaño
“Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. (Jn. 3, 16)
Cuando llegó la plenitud de los tiempos (Gal.4, 4), Dios envió a su Hijo, para sacar del error a la humanidad. Incluso, el pueblo elegido, el pueblo de Israel, tenía un gran desconocimiento acerca del Mesías esperado hacía tantos siglos.
Con la llegada del Enviado, la Verdad vencería al error y al engaño. Jesús es la Verdad, y quien sigue a Jesús fielmente, vive en la verdad. Jesús ni puede ni quiere equivocarse ni equivocarnos. “Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”.
Por el contrario, la Iglesia ha tergiversado, con frecuencia, el mensaje de Jesús; ha ocultado la verdad, y ha sido motivo de engaño para muchos de sus fieles.
La Iglesia tiene una parte divina (su fundador, la gracia, los sacramentos…) y una parte humana (muy humana) que somos los hombres. Y esta parte humana se equivoca fácilmente, y no siempre es fiel a los dictados de Cristo.
Pero si Jesús es la Verdad, también hay personas que son capaces de reflejar y vivir esa verdad. Son los verdaderos seguidores de Jesús: los santos, canonizados o no. Los que pasaron, o pasan por este mundo “haciendo el bien”. Sírvanos primeramente de ejemplo, Francisco de Asís, que supo desprenderse de las ataduras de la riqueza y el confort, para entregarse por completo a Dios y a los más necesitados, en la estricta pobreza. Descubrió la Verdad del Evangelio, y se decidió a vivirla, dejando de lado todo lo que no resplandece con el brillo de la Verdad.
No faltaron quienes intentaron apartarle de la radicalidad del Evangelio; pero supo ser fiel hasta el final. Amó la Verdad, y por eso amó y se entregó, sin reservas, a Cristo.
Félix González
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