Corazones en red

Jesús fue criticado, tanto por sus palabras como por sus hechos. Sus palabras eran blasfemas. El Sumo sacerdote dirá: “Ha blasfemado” porque se hace hijo de Dios. Sus milagros eran hechos en nombre y por el poder del demonio, “por el poder de Belcebú, príncipe de los demonios”.

Pero Jesús no tuvo miedo a la verdad, y siguió hablando y curando. “Pasó haciendo el bien”, dice el Evangelio. Pero el Bien y la Verdad se unen.

Cuando alguien no va por delante con la verdad, sino con el engaño, siempre teme ser criticado, al ser descubierta su mentira. No nos escondamos para hacer el bien, “para que lo vean los hombres, y glorifiquen al Padre que está en el cielo”.

Pero, tampoco hagamos ostentación de nuestra buena conducta, para que la vanidad no nos lleve a la soberbia.

Hay un refrán que dice:”el que teme, es porque algo debe”. Cuando alguien teme ser criticado, es que no tiene la conciencia bien tranquila.

San Damián de Molokai, apóstol de los leprosos, fue incomprendido y criticado por algunos de sus enemigos, incluso sufrió la incomprensión de sus superiores.

Pero él estaba convencido de que su labor estaba entre aquellas personas abandonadas por todos, que se iban pudriendo literalmente en aquel islote de Molokai. No le importó a Damián las incomprensiones, porque estaba seguro de la verdad de su apostolado y de la verdad de su entrega.

Al cabo de algún tiempo, también él fue invadido por la lepra. Entonces sí pudo decir en uno de los sermones, con gran sorpresa de sus fieles leprosos:”Nosotros, los leprosos”.

La verdad de su vida se hizo patente, porque, una vez más, alguien creyó en la Verdad y se hizo seguidor de Jesús-Verdad.

                                                                                Félix González

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