¿Cuántos panes tenéis?

OLYMPUS DIGITAL CAMERAHoy quiero apuntar una breve reflexión sobre esta parte del Evangelio, que siempre me ha llamado mucho la atención; y creo, además, que es de mucha actualidad, si sabemos traducirlo a nuestro hoy.
“Desde allí se dirigió al lago de Galilea, subió a un monte y se sentó. Acudió una gran multitud que traía cojos, lisiados, ciegos, mudos y otros muchos enfermos. Los colocaban a sus pies y él los sanaba. La gente quedaba admirada al ver que los mudos hablaban, los cojos caminaban, los lisiados quedaban sanados y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel. Jesús llamó a los discípulos y les dijo: —Me compadezco de esta gente, porque llevan tres días junto a mí y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino. Le dijeron los discípulos: —¿Dónde podríamos, en un lugar tan despoblado como éste, conseguir suficiente pan para toda esta gente? Jesús les preguntó: —¿Cuántos panes tenéis? Ellos le contestaron: —Siete y algunos pescaditos. Él ordenó a la gente que se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los pescados, dio gracias, partió el pan y se lo dio a los discípulos; éstos se los dieron a la multitud. Comieron todos hasta quedar satisfechos; y con los restos llenaron siete cestos”. (Mt.15, 29-37)

Jesús se sienta esperando a la gente. Sabe que van a acudir. No demuestra tener ninguna prisa, porque lo primero son las personas. ¿Y qué personas espera? Como siempre a aquellas que le necesitan, Y de hecho, según el texto, se presentan: “una gran multitud que traía cojos, lisiados, ciegos, mudos y otros muchos enfermos”.” Los colocaban a sus pies y él los sanaba. La gente quedaba admirada al ver que los mudos hablaban, los cojos caminaban, los lisiados quedaban sanados y los ciegos recobraban la vista.

¿Para qué iban? También lo dice el texto, aunque sería fácil de adivinar: “los colocaban a sus pies y él los sanaba. La gente quedaba admirada al ver que los mudos hablaban, los cojos caminaban, los lisiados quedaban sanados y los ciegos recobraban la vista”.

Pero la preocupación de Jesús, por aquellas gentes, no se quedaba ahí:”Me compadezco de esta gente, porque llevan tres días junto a mí y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino”

Jesús no ha pedido todavía nada, a los apóstoles. Pero ello adivinan sus intenciones, y se apresuran a decirle:¿Dónde podríamos, en un lugar tan despoblado como éste, conseguir suficiente pan para toda esta gente?

Ante esta pregunta tan lógica, Jesús les dice:”Pues entonces, dadles vosotros de comer”. Me imagino que la sorpresa de los discípulos sería infinita: ¿de dónde? ¿Cómo? Judas, el que solía encargarse de la bosa común, al verla medio vacía, sería el primero en extrañarse de la propuesta de Jesús. ¡Qué ocurrencias tenía el Maestro!

Y se obra el milagro. Lo que hay se comparte, y llega para todos, hasta sobrar.

Hay día tenemos grandes masas que siguen, o no, a Jesús, pero que tienen hambre de muchas cosas: de pan, de cultura, de libertad, de dignidad… Y Jesús nos dice a los que no pasamos ninguna de esas necesidades: ¡Dadles vosotros de comer! No podemos aducir que tenemos la bolsa vacía, aunque, tal vez sí, que nos falta la voluntad de compartir.

Seguro que si, de verdad, se compartiera generosamente, sobrarían muchos más cestos de pan y otras cosas, que en el milagro del tiempo de Jesús. Por otra parte, creo que sería un milagro más grande, dado el egoísmo campante en nuestros días.

Félix González

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