Domingo III del Tiempo Ordinario

Evangelio(Convertíos y creed en el Evangelio)

¿Verdad que os suena esa frase que acabamos de leer: “Convertíos y creed en el Evangelio”? La hemos escuchado durante mucho tiempo, al comienzo de la Cuaresmas, al imponernos la ceniza.

Dice el evangelio, que Jesús, al enterarse de que habían detenido a Juan Bautista, “se marchó a Galilea, a proclamar el Evangelio de Dios”. Juan fue encarcelado en la torre de Maqueronte, en la actual Jordania, por orden de Herodes, y después sería decapitado por orden también del mismo tirano. Y Jesús se va a un lugar menos peligroso, y que conocía mejor, porque era su tierra, donde había pasado más de treinta años: Galilea, al norte del país. Allí se encuentra Nazaret.

Se nos cuenta que Jesús empezó allí su predicación con esas palabras:”Convertíos, y creed en el Evangelio”. Para creer, de verdad, en el Evangelio, hay que comenzar por convertirse, es decir, por poner el corazón y la voluntad de cara a Dios y sus intereses. Sólo entonces, podremos creer en el Evangelio. La palabra Evangelio, palabra griega, significa “Buena Noticia”. Lo que Jesús va a comenzar a anunciar, es una “buena noticia”.

“Poner el corazón y la voluntad de cara a Dios”, me sugiere la imagen de los girasoles en el campo, que van girando en torno al sol, según éste van girando también en el firmamento. Siempre mirando al sol. Siempre, nosotros, poniendo el corazón y la voluntad de cara a Dios.

Dios es como un espejo, que te devuelve tu propia imagen, para que te conozcas, y puedas irte corrigiendo. Sólo a la luz de la bondad de Dios, descubrimos nuestra falta de bondad; sólo a la luz de la misericordia de Dios, descubrimos nuestra falta de misericordia con los demás; sólo el amor de Dios a los hombres, nos descubre todo lo que nos falta para que sepamos amar de la misma manera a los demás. Y así, contemplando a Dios, podríamos ir distinguiendo todo lo que nos separa de parecernos a él. Mirémosle con frecuencia. Seamos como los girasoles, girando en torno al sol de nuestras vidas que debe ser Dios. Sin perderlo de vista.

Félix González

3 Responses to “Domingo III del Tiempo Ordinario”

  1. Gracias Félix por esta hermosa reflexión y por ayudarnos a interiorizar el Evangelio.
    .
    “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”
    2ª Corintios 3:18

  2. Hola, Ana: ¡qué bien has sabido traer a cuento el texto de Corintios! Yo tenía la idea, que rondaba por dentro, pero no había atinado con el texto. ¡Gracias!

  3. Muy interesantes las aportaciones de ambos.

    “…de gloria en gloria…” ¡Cómo retumba la verdad!

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