El presentador de “los Goya”
No estuvo mal, y hasta su humor era agradable y con cierta chispa. A veces, a fuerza de querer hacerse el gracioso, desgraciaba la intervención; pero, a mi juicio, estuvo bien, en general. Otras veces los presentadores han sido más sosotes, o con más “malage”. Por tanto, mi enhorabuena al cómico-presentador.
Sin embargo, también tiene su “pero”, que aunque no desmerezca toda su actuación, sí deja un regustillo amargo, que empaña un poco (siendo benevolentes) el resto de su hacer.
Uno, por su educación-formación, espera que cuando se hable en público, se eviten aquellas expresiones que en lenguaje familiar o informal, se pueden permitir. Pero el público y el evento, requiere un respeto, un comportamiento; y exige morderse la lengua antes de soltar palabras soeces y burdas, de mala educación, incluso blasfemas. Así es.
Señor presentador, más respeto, que ser respetuoso no está reñido con ser gracioso y tomar bromas. Vuelva a ver lo emitido, y se dará cuenta de que hay palabras (palabrotas) que no vienen a cuento, y que le restan aceptación. Vuelva a verse, ahora ya sin nervios, y descubra las meteduras de pata, que el público debería haber silbado, y que no lo hizo, por respeto, por educación, o algunos, tal vez, porque están hechos a la misma medida. Convénzanse los presentadores y todos los que hablan en público, de que “o cortés, no quita lo valiente”; se puede ser gracioso, divertido y cómico. Guardando las más elementales normas de la educación y el buen gusto.
Y no se trata de que uno se escandalice, o no. Se trata, más bien, de que existen normas de convivencia, que no se pueden saltar impunemente. Y, por otra parte, es bueno caer en la cuenta de que hay ciertas palabras, frases, o expresiones, que no encajan en el contexto.
A penas ha corrido un solo día desde la celebración de los Goya, y esta apreciación que manifiesto en estas líneas, la he escuchado ya a bastantes personas. Alguien, incluso, prefirió apagar la televisión en señal de protesta, según su testimonio público.
Para presentarse en público, hay que ser, al menos, presentable. Y algunos no saben serlo.
Félix González
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