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(Tanto amó Dios al mundo…)

Según nos vamos acercando más a la gran semana, donde conmemoraremos y celebraremos el gran misterio de la muerte y resurrección de Jesús, se nos va recordando con más intensidad, todo lo que ¨Dios ha hecho y sigue haciendo por nosotros. El evangelio nos lo recuerda con aquellas palabras tan consoladoras.”Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida”.

Jesús anuncia su muerte en la cruz. Así empezaba el evangelio de hoy: ”Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él, tenga vida eterna”. Esto hace referencia al episodio de los israelitas, en el desierto. Se encontraron con una invasión de serpientes que los mordían, con peligro de muerte. Entonces Moisés, por inspiración de Dios, construyó una serpiente de bronce, y con un palo alto, la postraba. Y el que la miraba, se curaba.

Y Jesús toma esa anécdota, para señalar cómo iba a morir (sería elevado en la cruz… como la serpiente) y el que le mirase con ojos de arrepentimiento, se salvaría (“tenga vida eterna”). Afirma Jesús, además, que “no ha sido enviado para juzgar al mundo, sino para que ese mundo se salve por medio de él”.

Luego nos recuerda la postura de algunas gentes (tal vez muchas), con unas palabras, que después el evangelista San Juan las repetiría en el prologo de su evangelio. Dice Jesús: “La luz vino al mundo, pero los hombre prefirieron las tinieblas”. Y San Juan dirá: “Vino a los suyos, y no lo recibieron”. Esa es la respuesta que el mundo da a la entrega y el sacrificio de Jesús.

Dentro de unos pocos días, vamos a reflexionar su esa muerte en la cruz de Jesús (el Viernes santo). Será elevado en el madero 8como la serpiente de bronce, en el desierto). Será el precio de nuestra salvación.

Pero hay que mirarlo. Mirarlo con los mismos ojos que nos mira él. Miradas de inmenso amor, que dan como fruto la entrega total.

Félix González

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