Corazones en red

Comentábamos la manera. cada vez más descarada, de los niños y adolescentes, que amenazan a los mayores (díganse padres , profesores, o en general) con denunciarlos, si se creen en peligro de algún “ataque”, por pequeño que sea. Es decir, no se puede tocar a un niño, a un hijo, a un alumno. Y cuando digo tocar, digo tocar (no ya castigar corporalmente), porque te amenazarán con denunciarte por malos tratos.

Yo no estoy a favor de castigos corporales, pero un pequeño azote en un momento determinado, o un cachete sin más trascendencia, siempre ha venido muy bien. Y no creo que eso sea violar la dignidad del niño. Hay un término medio entre los castigos corporals humillantes y exagerdos que algunos padres o profesores infringían, y el no poderlos coger del brazo odrles un pequeño coscorrón sin más.

De hecho, hay muchos padres denunciados por sus hijos, por lo más mínimo. ¿Acaso no son peores y más humillantes algunos castigos, no físicos, que se pueden imponer a los niños?

Los niños son intocables, y de eso se aprovechan muchos de ellos. A veces, los padres se ven impotents ante el comportamiento de los niños.

El Juez de Menores en Granada, bien conocido por sus sentencias originales, argumenta que “estas reformas legislativas, que prohíben los castigos físicos a los menores,sin matices, no tuvieron una recepción unánime. “Se suprimió el derecho de corrección”. Y con éste, los padres han perdido su autoridad sobre kos niños a su cargo. Yo no igualo corrección con maltrato, pero los padres tienen que poder ejercer su autoridad porque son responsables de los actos de sus hijos. Hace unos años, un grupo de más de cuarenta jueces de menores, y él, reclamaron que el Código Civil volviese a la redacción anterior. Pero ni Zapatero ni Rajoy lo han cambiado”

“¿Cómo se educa a un hijo si no se le puede corregir?”, pregunta Calatayud. La respuesta no es obvia en algunas situaciones límite, como las que pasan por su juzgado. Hijos castigados sin salir que llaman a la Policía para denunciar que los están reteniendo contra su voluntad, pone de ejemplo, o que, directamente, agreden a sus padres. “La violencia de hijos a padres está subiendo como la espuma. Ya debe representar cerca de un 20% del total de casos”, recalca. Javier Urra, psicólogo y antiguo defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, asegura que este fenómeno se ha duplicado en los últimos siete años.

No cabe duda de que es un tema importante y difícil. Caer en un extremo u otro, sería desequilibrarlo. Tal vez, el cariño a los niños y el sentido común serían los que debieran regular este comportamiento. Y desde luego, evitando, siempre, los malos tratos. Pero ¿cuándo se queda en mera corrección y cuándo llegan a ser malos tratos?

Félix González

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