Domingo XXVI del Tiempo Ordinario
(El que no esté contra nosotros, está a favor nuestro)
El evangelio de hoy contiene muchos temas. Y a cual más interesante: El tema de los celos, el tema del escándalo, el tema de las causas del pecado…
En primer lugar está el tema de los celos. Cuando hablamos de celos, pensamos en el noviazgo o en el matrimonio: el hombre es celoso o la mujer es celosa. Pero en este caso no se trata de esos celos. Leemos en el Evangelio, que los discípulos le dicen a Jesús:”Hemos visto a uno que estaba expulsando demonios en tu nombre, y se lo hemos prohibido, porque no es de los nuesros”. Fijaos, esa persona estaba haciendo el bien (es lo que también hacía Jesús) y lo hacía en nombre de Jesús; pero no le era permitido, y se lo prohibieron, “porque no era de los suyos”.
A veces entre las instituciones religiosas, o entre las personas que trabajan en el apostolado, sea en una parroquia, o en cualquier institución religiosa, se dan estos celos. Y eso ocurre, porque se olvidan de las palabras de Jesús:”el que quiera ser el primero, que sea el servidor de todos”; o aquello de “no he venido a ser servido, sino a servir”. Esos celos se dan, sobre todo, cuando uno se busca más a sí mismo, que a Jesús.
Otro tema que aparece, es cómo cualquier acto de caridad hecho con un hermano, aunque solo sea darle un vaso de agua, si tiene sed, no dejará de ser premiado por Dios.
Otro tema muy duro es el del escándalo de menores: “el que sea causa de pecado para uno de estos pequeños, más le valdría que lo arojaran al mar con una piedra de molino, atada al cuello. ¡Palabras muy fuertes, para un delito no menos fuerte!
Y,por ultimo, aparece el tema de las causas del pecado. Todo lo que te lleve a él, debe ser exterminado: “Si tu mano, sit tu pie, sit tu ojo, es causa de pecado, arrójalo lejos de tí; porque más te vale entrar manco, cojo o tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado a la gehena, donde el gusano que los roe, no muere, y el fuego no se extingue.
Este evangelio, tan fuerte, merece la pena reflexionarlo bien, y aprovechar las conclusions que cada uno saque. Naturalmente, estas palabras, como algunas otras, están dichas en sentido metafórico, no literal. No quiere Jesús decir que te cortes la mano, ni te arranques el ojo, etc, sino que todo aquello que no te permite seguir a Jesús, o que es causa de escándalo, debe ser reconducido. Este evangelio, tan fuerte, merece la pena reflexionarlo bien, y aprovechar las conclusiones que cada uno pueda sacar para su vida.
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