Corazones en red

(Toda la sinagoga tenía los ojos puestos en él)

Hoy se lee, en la liturgia de la Eucaristía, el comienzo del Evangelio según San Lucas, que se lo dedica a un tal Teófilo, y en el que le dice que ha intentado recoger los relatos de los hechos de Jesús, que han sido transmitidos por los que fueron testigos oculares. Y a continuación nos cuenta cómo Jesús fue a la Sinagoga, en Nazaret, un sábado. Y, como era la costumbre, hizo la lectura del Antiguo Testamento, en la que se decía: ”El Señor me ha enviado para anunciar la buena noticia a los pobres, a los cautivos a libertad, a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos.

Para anunciar de año de gracia del Señor. Después dijo: “todo esto que acabáis de oír, se cumple, hoy, en mi”. Jesús se presenta como el enviado de Dios y el esperado desde hacía siglos. Y además indica en qué va a consistir su misión: hacernos personas libres; estar cerca de los pobres, y de los enfermos, y anunciar el “año de gracia del Señor”.En el libro del Éxodo (23, 10-11), del Levítico (25, 1-7;18-20) y del Deuteronomio (15, 1-6) se establece, cada siete años, el año sabático en que la tierra debe descansar. Asimismo el libro del Levítico (25, 8-17; 23-28) establece, cada cincuenta años, un año santo de liberación para las propiedades y para los hombres que por la esclavitud hubieran perdido su libertad. La razón era, porque: el único dueño de la tierra y de las personas es Dios. Así, pues, a partir de Cristo, todos los años son “años de gracia”. “Cristo es el Señor del tiempo; cada año, cada día y cada momento son abarcados por su Encarnación y Resurrección”. Con Jesucristo ha llegado el tiempo deseado, el día de la salvación, la plenitud de los tiempos. Jesús empieza su es en verdad el “año de gracia” que Dios ha preparado para la humanidad. El primer signo del evangelio de Lucas es la presentación del programa de Jesús:El Espíritu del Señor está sobre mí… “Me ha ungido para dar buenas noticias a los pobres”. Jesús vino a un pueblo necesitado y pobre, a un pueblo rodeado de calamidades y problemas. La gente estaba desanimada, decepcionada y buscaba desesperada una salida, alguien que les alimentara su esperanza. Jesús es la esperanza para el pueblo y para la humanidad. Y Jesús sigue siendo para todos los que creen en él, una buena noticia para todos los que se sienten necesitados de cualquier ayuda. A veces, es la única buena noticia que se puede dar a los pobres y marginados.

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