El bolsillo del dinero
Mi abuela, de la que ya he hablado en esta bitácora en alguna ocasión, fue modista toda su vida. Con el humor como proa de su años nos repetía con motivo o sin él un diálogo –que nunca supimos si fue real o figurado– entre un sastre y su cliente. Un día de prueba de la confección que tenía entre manos, el maestro de la aguja y el dedal le preguntó si en el pantalón necesitaba un bolsillo para el dinero, uno de esos pequeñitos ubicados debajo de la cinturilla. El hombre, socarrón, respondía que lo que en verdad necesitaba era dinero para el bolsillo. Mi abuela reía después del relato. Los que la escuchábamos, además de terminar la historia haciendo coro improvisado, también reíamos.
El pueblo cubano, acostumbrado a la cómoda y vistosa guayabera, no sé si es muy asiduo al traje. Y también desconozco si en el patronaje del traje de chaqueta tendrá cabida ese pequeño bolsillo destinado a colocar las monedas sueltas que se nos acumulan en el devenir del día. Pero ahora que el Consejo de Ministros cubano ha aprobado “poner en vigor el cronograma de ejecución de las medidas que conducirán a la unificación monetaria y cambiaria”, o lo que es lo mismo, que no haya nada más que una sola moneda para ciudadanos nacionales y extranjeros, me acuerdo de mi abuela y del diálogo entre el sastre y su cliente. Los cubanos, igual que los protagonistas de ese relato de mi infancia, dirán que qué más da una moneda que dos, mientras esta esté en el bolsillo del traje, del pantalón o de la guayabera, que será lo más probable.
[Original escrito en Arial tipo 12. Palabras: 276. Caracteres sin espacios: 1252. Caracteres con espacios: 1526. Párrafos: 2. Líneas: 20.]
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