Antihistamínicos para pobres
Mi alergólogo me recomendó que cuando comenzara la polinización me tomara la dosis de antihistamínicos con la suiza puntualidad de un reloj y que, en caso de seguir notando los síntomas, con helvética precisión, doblara la dosis. Nunca me habló de triplicar la ingesta, pero tengo la intuición de que las dos pastillas causan poco efecto. Mi cuerpo, me temo, se ha acostumbrado.
A las cifras, igual que a los fármacos, también nos acostumbramos. El año pasado dos equipos de fútbol pagaron sendas y similares barbaridades por la contratación de dos tuercebotas de postín. Hace 365 días nos mesábamos el alma por el despilfarro. Pero nos acostumbramos, y ahora que comienza la época del gasto futbolero, nos parece lógico que otros peloteros merezcan el dispendio anunciado. Nos hemos hecho a ello, igual que yo a los antihistamínicos.
Hoy, 2.500 inmigrantes africanos en 17 barcazas han sido interceptados por la Marina italiana. Hace no demasiado, las muertes de Lampedusa dijeron ‘basta’ a nuestra conciencia. Los ahogados en Tarajal nos recordaron lo que ocurre mientras nosotros cerramos los ojos. El intento de cruzar la valla de Melilla nos perturba. Pero, rápido, olvidamos. O nos acostumbramos. Hoy, 2.500 querían llegar a su maná, 2.500. Mañana, para que volvamos a saber de ellos, tendrán que ser, al menos, 5.000. Mientras tanto, tendremos que tomarnos otra dosis de antihistamínicos para que el cuerpo no se acomode demasiado a la verdad.
[Original escrito en Arial cuerpo 12. Palabras: 235. Caracteres sin espacios: 1.216. Caracteres con espacios: 1.449. Párrafos: 3. Líneas: 20]
Discussion area - Dejar un comentario