Hablar de la muerte, con naturalidad
Con frecuencia en el aula o en casa, los niños preguntan a qué edad se muere una persona, si su abuela que ya es mayor se va a morir, adónde va la gente que se muere en accidente etc… El profesor, el catequista o sus padres han de procurar que todas las preguntas tengan respuesta con naturalidad, sinceridad y con el lenguaje adecuado: no hay que apartar a los niños de la realidad, ya que todo lo que vive muere.
Sin embargo, a partir de los seis años, los alumnos tienen dificultad para descubrir el carácter irreversible de la muerte: este libro les ayuda a asimilarlo. Si se utiliza en el contexto de una experiencia de muerte cercana, en el centro o la familia, se puede relacionar con los sentimientos de pérdida, y de enojo, agresividad, rabia que se generan en los niños. Si se utiliza en el contexto de aula, se puede relacionar con los ciclos de la vida en la naturaleza, y la misma experiencia de crecer.
– Como hemos dicho en otros comentarios, en “Kamiano y yo” aparece la muerte del padre Damián y la separación de la niña, así como la dureza que dicha separación puede suponer. Sin embargo, se da una presencia diferente que permite que la niña supere su propia tristeza. El recuerdo y la memoria –el humo de la pipa del padre Damián- le ayuda en la vida de los años siguientes. Es una forma infantil de vivir la comunión de los santos.
– Hablar en el aula de las experiencias de los niños relacionadas con la muerte, preguntar con tacto si han sufrido la pérdida de algún abuelo u otro familiar, si han sentido sensación de abandono por la ausencia, si en ese caso se han sentido consolados por sus papás, hermanos, compañeros de clase etc… a menudo se sienten excluidos y les cuesta superar las situaciones difíciles… la historia puede ayudarlos a verbalizar esa situación.
Es interesante la estrategia que se ocupa para hablar del tema La muerte con naturalidad hacia los más pequeños.
gracias por el apoyo.