Kamiano

Presentamos para el tercer domingo de Cuaresma a un nuevo personaje que nos va a acompañar en este tiempo, se trata de la abuela de Cuare y de Desi López. Al principio de la eucaristía, una voz en off puede dar vida a Doña Angustias:

Soy Angustias Martínez, la abuela de Cuare y Desi López. Hace unos años que enviudé y ahora colaboro activamente en Cáritas de mi Parroquia, ya que en esta situación de crisis en la que vivimos, toda la manita que podamos echar es imprescindible. Me encanta leer la biblia, hacer oración y disfrutar de mis nietos. Me río mucho con sus preguntas y ocurrencias. Y os puedo decir que, a mi edad, aprendo mucho de ellos. Don Damián, el párroco, lleno de sentido del humor, dice que hago las mejores tortillas de patatas del mundo y unos flanes para chuparse los dedos. A Cuare y a Desi les encanta que les cuente historias de Jesús con una buena merienda por delante. ¡Si queréis, un día os invito también a vosotros!

Al inicio de la homilía, se entabla una conversación entre Doña Angustias y Desi López:

–  Abuela, hoy en la catequesis la hermana Alejandra nos ha contado lo que le pasó a Jesús a la entrada del templo, con los que estaban por allí vendiendo. ¡Qué guay! –exclamó Desi.

– ¿Cómo que qué guay? Niño, que el templo es algo muy serio, que esla Casa de Dios –replicó la abuela.

–  Sí, sí, el templo es algo serio, pero me imagino a Jesús como Superman tirando por alto las mesas y todo el negocio aquel que tenían montado. ¡Menuda escena! –respondió Desi-.

–  Bueno, bueno, Desi. No te imagines ya películas e historietas de acción. Ya sabes que a Jesús no le va nada lo de ser un “Superhombre”, Él pasó siendo uno de tantos. Y, por otro lado, aquí en lo que te tienes que fijar es que las cosas del Señor son sagradas, no se pueden manipular y mucho menos hacer un negocio de ellas –afirmó la abuela.

–  O sea que no me tengo que fijar en la que lió Jesús en la entrada del templo –indicó Desi.

–  Claro que no. Jesús nos quiere decir que nadie puede comprar o vender las cosas de Dios, porque Dios es pura gratuidad. Dios nos regala gratis su amor, su misericordia, su perdón –insistió la abuela.

–  Eso me suena a cosas dela Cuaresma, abuela –dedujo el niño.

–  Muy bien, Desi, veo que eres capaz de razonar muy bien –concluyó la abuela.

Dibujos: Patxi Velasco y Poe Ortega.

Texto: Fernando Cordero Morales ss.cc.

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