Talitha kumi
Solo los padres y las madres que han pasado por el drama de acompañar a un hijo en una enfermedad terrible pueden ponerse en la piel de Jairo. Lleno de miedo y jugándose su reputación como jefe de la sinagoga, recurre a Jesús para que su hija se cure y pueda vivir. Ha de poner a su hija en las manos de Dios, reconocer su limitación y sentir que no todo está bajo su control. Jesús coge a la niña de la mano y le transmite su fuerza. Los padres no pueden ser siempre un paraguas protector o un parachoques de los hijos. Estos han de irse habituando a afrontar los desafíos de la vida. Por eso, Jesús le coge la mano simplemente y la invita a levantarse. Y ella se pone de pie y se echa a andar. Él la ha puesto ya en camino, ahora ella ha de seguir su vida con autonomía. De nuevo, la fe sencilla -pero probada- del padre, han hecho posible el milagro.
Hoy también te presentamos, Señor, la realidad de nuestro mundo, a veces, tan muerta y enferma como la hija de Jairo. Queremos de nuevo escuchar a Jesús: “La tierra, mi niña enferma, duerme. Talitha kumi: ¡DESPIERTA!”
Ponemos en tus manos, Padre de bondad, la vida de las personas que amamos y las de los enfermos que se encomiendan a nuestras oraciones. Levanta a nuestro mundo triste, enfermo y moribundo.
[…] + Talitha kumi, reflexión por el P. Fernando Cordero,ss.cc, en Kamiano para niños. […]