Kamiano

Mc 10, 46-52

“¡Quiero ver desde la fe!”, bien podría ser el grito de Bartimeo. Necesitamos esas gotas que transformen nuestra mirada. Las gotas de la fe, que Jesús es el único que puede administrarnos. Nosotros tenemos que estar abiertos para que la fe impregne el “tarro” de nuestra vida.

Miramos a veces de una manera desenfocada o distorsionada. La fe nos da una nueva oportunidad de afrontar la realidad sin cegueras ni miopías. Bartimeo tanto gritó y expresó su fe que el deseo le llevó a una mirada nueva. La fe nos conduce a una aventura que se estrena cada día, cuando pasamos de la ceguera de nuestro egoísmo y de nuestros intereses y dejamos que la vida se nos manifieste a través dela Palabrade Jesús.

“¿Dónde venderán esas gotitas tan fenomenales que ha dibujado Patxi?”. No se venden. Son regalo. Están en cada uno. Desde el bautismo en adelante, hemos recibido litros y litros de gotas. Aprovechémoslas y contagiemos a otros la luz que brota de la fe y que nos aleja de la oscuridad.

Nota: En la misa de niños se podría emplear este elemento del tarro de la fe… ¿Dónde hemos de aplicar las gotas? ¿Cómo las conseguimos? ¿Cómo imaginamos que se verá cuando nos viertan las gotas?

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