Cuando cielo y tierra se unen
La fiesta de la santa Cruz pone de manifiesto la centralidad de este sagrado signo que acompaña la vida del cristiano desde su nacimiento hasta su muerte, que une el cielo con la tierra gracias a la entrega hasta el extremo del Señor Jesús.
Cada día dibujamos la cruz en nuestro cuerpo en las diversas oraciones, indicando nuestra adhesión a Aquel que, por nosotros murió en el Calvario. Es nuestra marca, que nos remite continuamente a la ofrenda excepcional de Cristo hasta dar la vida en el patíbulo. Es el signo del perdón frente a la ofensa, de la fuerza que brota la debilidad.
La cruz está presente en iglesias, casas y en nuestro propio cuerpo. En algunos lugares, se ha convertido en lugar de peregrinación. Hay cruces en nuestro mundo que nos unen especialmente al santo madero, como son, las de aquellos que viven la exclusión, la violencia, el hambre y tantos sufrimientos. Nuestra sociedad necesita que mostremos la Cruz de Jesús, de la que dimana su fuerza redentora y su amor por esta humanidad doliente.
¡Por el madero ha venido la alegría, el perdón y el amor al mundo entero!
Dibu: Patxi Velasco Fano
Texto: Fernando Cordero ss.cc.
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