El nuevo templo
Esta escena en el atrio de los gentiles no deja de sorprendernos. Los cambistas eran necesarios para el trueque de la moneda común por la moneda del templo, para poder llevar así a cabo la ofrenda prescriptiva. Los vendedores daban la posibilidad de que los peregrinos o fieles pudieran comprar animales para hacer sus ofrendas.
El celo por la Casa de Dios devora a Jesús, en el sentido de que quiere reconducir un culto y unas ofrendas que se habían convertido en objeto de comercio, pero no en conversión de los corazones. El templo era el lugar en el que se guardaba la ley, lugar de encuentro de Dios con el hombre. No podía convertirse en lugar de intercambio y casa de ladrones.
El nuevo templo será el Cuerpo de Jesús, cuerpo destrozado y glorificado. Templo que nos permite una relación de filiación con Dios y de fraternidad con nuestros semejantes. A través del bautismo, nosotros nos convertimos en templo y morada de Dios, de ese Padre que nos desborda con su Amor.
Dame, Señor, sabiduría para vivir en ti, la piedra angular en la que toda vida permanece para siempre.
Dibu: Patxi Velasco FANO
Texto: Fernando Cordero ss.cc.
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