Comienza el tictac del Adviento
No podemos vivir adormilados, ni ir por la vida con el pijama puesto y la mente embotada pensando en el dinero, o en regalos o en cosas que, en el fondo, no nos hacen ser felices. Adviento es tiempo de despertarse con alegría y decir con ilusión: ¡Ven, Señor Jesús! El reloj del Adviento, que ponemos este domingo en marcha, es reloj que impulsa y despierta. Nos invita a velar, a permanecer vivos, activos, comprometidos, con un rumbo claro y no equivocado. Nos encaminamos hacia Belén. Se ve la Estrella en el horizonte, la cueva…
Ahora toca dejarse prender por la vela del primer domingo que se enciende en la Eucaristía, que nos impulsa a no caminar en la oscuridad ni en el ensueño sino en la senda de la búsqueda y del encuentro. Pongamos el reloj de la oración y del compromiso en marcha. Es tiempo de conversión y de esperanza. Estamos ya en Adviento.
Os invito estas semanas a que recéis con esta oración:
Señor de las horas y del tiempo:
con generosidad pones en marcha
el reloj del Adviento,
para que, entre la promesa
y el cumplimiento,
el presente y lo porvenir,
despertemos cada día a la esperanza,
antesala del banquete de tu Reino.
Suave tic-tac en la jornada peregrina,
murmullo de tantos encuentros,
en la profundidad de tu Misterio.
Es la Encarnación que va tomando cuerpo:
en tu Iglesia misionera,
atenta a tanto sufrimiento,
dolor de parto y gemidos
que llegan al más alto vuelo.
Rostros sin rostro,
historias al margen de la historia,
gritos en el espesor del silencio:
¡Ven, Señor Jesús, a rescatar a tu Pueblo!
¡No nos dejes solos!
Enséñanos a esperar
con Aquella que, embarazada en Nazaret,
acogió tu Palabra
y revolucionó la historia de los siglos;
porque no hay mayor razón para la espera
que la que habita en el resto fiel,
el nuevo Israel anhelante de tu venida eterna.
Amén.
Dibu: Patxi Velasco FANO
Texto: Fernando Cordero ss.cc.
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