Las cuatro de la tarde
Jn 1,35-42
A Juan no se le ha olvidado que eran las cuatro de la tarde. Una hora que jamás podrán dejar de recordar. Es la hora no de hacerse preguntas sino del seguimiento. No se puede ser discípulo sin seguir al Maestro, sin vivir como Él y con Él. Las cuatro de la tarde. La hora en la que entramos en la morada de Jesús.
La experiencia de la fe no es abstracta ni lejana. La hacemos cada uno en nuestra historia, con nuestros relojes… Pero hemos de sincronizarnos con la hora de Jesús, esa a la que nos llama para acercarnos a su invitación de construir el Reino desde la fraternidad y la atención a los pobres.
No es tiempo de ideas. Es tiempo de escuchar el tic-tac de las cuatro de la tarde. Es la hora del seguimiento. Pongamos el reloj en marcha nuevamente.
Dibu: Patxi Velasco FANO
Texto: Fernando Cordero ss.cc.
Ojalá cuando una era una niña hubiese leído “cosas” como las que tú escribes. GRACIAS a ti y a los dibujos de FANO siempre tan ilustrativos y sencillos como tus reflexiones.
Y como oí en la homilía de este domingo, siempre recordamos cuándo conocimos a esas personas que queremos tanto.
Nos alegramos mucho de ello. Un fuerte abrazo, a las cuatro de la tarde, Fernando ss.cc.